Un total de 135 cardenales con derecho a voto, todos menores de 80 años, deberán elegir al sucesor del primer pontífice latinoamericano. Entre ellos, cuatro son argentinos, aunque ninguno figura entre los principales candidatos.
Tras el fallecimiento del papa Francisco el lunes a los 88 años, el Vaticano se prepara para un cónclave que ya se perfila como uno de los más numerosos y universales de la historia de la Iglesia católica. Un total de 135 cardenales con derecho a voto, todos menores de 80 años, deberán elegir al sucesor del primer pontífice latinoamericano. Entre ellos, cuatro son argentinos, aunque ninguno figura entre los principales candidatos.
La elección, que aún no tiene fecha definida pero se espera que ocurra a partir del 5 de mayo, se desarrollará en un contexto de fuerte tensión interna entre el ala reformista y el sector conservador, con visiones opuestas sobre el rumbo que debe tomar el Vaticano tras el legado de Jorge Bergoglio.
Una Iglesia más global, pero también más dividida
Desde su elección en 2013, Francisco transformó el mapa del colegio cardenalicio, dando voz a regiones históricamente periféricas. Hoy hay cardenales procedentes de países tan diversos como Mongolia, Timor Oriental, Lesoto o Tonga, reflejo del perfil inclusivo que el pontífice argentino buscó imprimirle a su pontificado.
De los 135 cardenales que elegirán al nuevo papa, 110 fueron nombrados por Francisco, lo que podría sugerir una continuidad en la línea reformista. Sin embargo, no todos los designados comulgan con su pensamiento: muchos provienen de Iglesias locales de corte tradicionalista, especialmente en África y Asia.
¿Un papa africano por primera vez?
Uno de los nombres que genera mayor expectativa es el del ghanés Peter Kodwo Appiah Turkson, actual canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias y de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales. Con 76 años, Turkson es un papable progresista y su elección marcaría un hecho sin precedentes: sería el primer papa africano de la historia moderna. Su perfil combina formación académica, compromiso social y presencia internacional: habla seis idiomas y es un habitual en el Foro Económico Mundial de Davos, donde ha advertido sobre los peligros de una economía deshumanizada.
Junto a él, se destacan otras figuras del ala reformista como Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, y el filipino Luis Antonio Tagle, de 67 años, ex arzobispo de Manila y actual prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Ambos son vistos como herederos naturales del legado pastoral y social de Francisco.
El bloque conservador se reorganiza
Del otro lado del espectro se encuentra el sector conservador, liderado por el estadounidense Raymond Leo Burke, uno de los más férreos críticos del pontificado de Francisco. Aunque sus posibilidades de ser elegido son bajas, su capacidad de influencia dentro del cónclave podría ser clave para inclinar la balanza hacia un perfil más tradicional.
Otros nombres fuertes del bloque conservador son Willem Eijk, arzobispo de Utrecht, y Peter Erdo, primado de Hungría y presidente del Concilio de Conferencias Episcopales de Europa. Erdo, de hecho, ha sido valorado por su rol de mediador entre la Santa Sede y gobiernos nacionalistas europeos, como el de Viktor Orban.
Un equilibrio difícil
En este escenario polarizado, algunos vaticanistas sostienen que podría surgir una figura de consenso y equilibrio, capaz de tender puentes entre ambas posturas. En ese sentido, Pietro Parolín, actual secretario de Estado del Vaticano, aparece como una opción moderada. Su experiencia diplomática y su perfil sobrio podrían ser determinantes en caso de un cónclave “trabado”.
El rol de América Latina
Aunque América Latina cuenta con 23 cardenales con derecho a voto, su peso sigue siendo inferior al de Europa, que concentra 55 purpurados, de los cuales 18 son italianos. En el caso de Argentina, los cuatro cardenales con voto son Víctor “Tucho” Fernández, Vicente Bokalic Iglic, Ángel Sixto Rossi y Mario Poli, aunque ninguno figura entre los principales candidatos. La posibilidad de un segundo papa argentino consecutivo se considera altamente improbable.
Un futuro incierto
Más allá de los nombres, el próximo cónclave definirá el rumbo espiritual, pastoral y político de la Iglesia en un mundo profundamente cambiante. La elección del sucesor de Francisco podría consolidar sus reformas o marcar un regreso al conservadurismo. También está abierta la posibilidad de que el nuevo papa provenga por primera vez de África o Asia, rompiendo con siglos de tradición eurocentrista.
La única certeza, por ahora, es que la Iglesia católica se enfrenta a una encrucijada histórica.