El gobierno de Javier Milei anunció la renovación de las máximas autoridades de las Fuerzas Armadas, una medida que, lejos de representar una renovación institucional, parece asegurar el control político en áreas sensibles en medio de la reconfiguración de su «sectario club de amigos» gubernamental.
Tras la propuesta del designado ministro de Defensa, Carlos Presti, el gobierno de La Rosada impuso cambios en puestos clave, lo que genera interrogantes sobre la estabilidad y la autonomía de las fuerzas. Los nombramientos son:
- Jefe del Ejército: General de División Oscar Zarich.
- Jefe de la Armada Argentina: Vicealmirante Juan Carlos Romay.
- Titular del Estado Mayor Conjunto: Vicealmirante Marcelo Dalle Nogare.
La única figura ratificada es la del Brigadier Mayor Gustavo Valverde al frente de la Fuerza Aérea.
El anuncio, realizado a través de Manuel Adorni, se da en un clima de desorden en la cartera de Defensa, ya que la jura de Presti se dilató por la agenda personal del ministro saliente, Luis Petri, quien busca cerrar temas de gestión antes de dejar el cargo. Esta dilación subraya la falta de planificación y la improvisación en el traspaso de una cartera fundamental para la soberanía nacional.
La retórica oficial, que cierra con el institucional «Dios bendiga a la República Argentina», contrasta con la celeridad política de los nombramientos, los cuales se realizan a golpe de decreto para alinear a la cúpula militar con las políticas «ensayísticas» del gobierno libertario. El nuevo ministro, Carlos Presti, ya expresó su alineación incondicional al nuevo rol protagónico que el presidente Milei pretende imponer, confirmando la subordinación política de las Fuerzas Armadas a la agenda de un gobierno que no prioriza los intereses del pueblo.
