Este 5 de diciembre marca el 156° aniversario de un hito fundamental en la historia del oeste cordobés: la llegada de José Gabriel Brochero a la localidad de San Pedro. Este evento, ocurrido en 1869, inició una obra pastoral y social que transformó comunidades y parajes serranos, dejando una huella que perdura hasta hoy.
El santo argentino, conocido como el «Cura Gaucho», arribó a San Pedro tras un extenso y difícil viaje a lomo de mula, atravesando las imponentes Sierras Grandes. Sin embargo, su llegada no fue sencilla. Al no encontrar al sacerdote encargado en San Pedro, Brochero se dirigió a Ambul, pero se extravió en la zona serrana.
El Giro Decisivo en Panaholma
Su camino tomó un giro clave cuando llegó a Panaholma, donde fue recibido por Doña Zoraida Viera. Ella lo hospedó y le consiguió un guía, permitiendo a Brochero retomar la ruta, encontrarse con el Cura Aguirre en Ambul y, finalmente, asumir el Curato de San Pedro, que era la cabecera de toda la región.
El Legado de Ladrillos y Fe
Recién instalado, Brochero identificó la reconstrucción de templos como su primera gran prioridad. Lejos de la inacción, se puso a trabajar de inmediato en el templo de San Pedro.
Para acelerar la obra, solicitó la ayuda de su antiguo profesor de Teología, Uladislao Castellano, y varios seminaristas. Juntos, bajaron a San Pedro, montaron una fábrica de ladrillos propia y avanzaron a un ritmo incansable. Al año siguiente, Brochero ya podía celebrar misa en la flamante iglesia.
La llegada del Cura Brochero marcó el inicio de una profunda transformación en la región: no solo restauró y construyó templos, sino que también impulsó escuelas, abrió caminos y forjó una obra pastoral que sigue viva más de un siglo y medio después. Hoy, se recuerda su llegada, así como el espíritu de servicio y entrega que lo convirtió en una de las figuras más queridas de la fe popular argentina.
