La emisión de deuda, promocionada como el retorno de Argentina al financiamiento internacional, resultó costosa y se limitó a la colocación de apenas 910 millones de dólares a una tasa efectiva que superó el 9%, muy por encima de lo proyectado por el Ministerio de Economía.
El esperado «regreso a los mercados voluntarios de deuda» impulsado por el ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo, concluyó con un resultado agridulce. Pese a la intensa promoción, el Tesoro logró colocar apenas USD 910 millones, quedando muy lejos del objetivo mínimo de USD 2.000 millones que se había fijado para afrontar los vencimientos de enero.
Lo más crítico fue el costo del financiamiento. La tasa de corte se ubicó en el 9,25%, pulverizando la promesa inicial del ministro de mantenerla en torno al 6,5% y superando el 9% que se manejaba como límite máximo.
Colocación doméstica forzada
Lejos de atraer capitales internacionales, el título quedó casi exclusivamente en manos de actores domésticos: bancos, aseguradoras y empresas que fueron explícitamente incentivadas a participar. La operación se estructuró sobre tres pilares para forzar la demanda interna, utilizando recursos denominados «argendólares»:
- Aseguradoras y ART: Se les habilitó el uso de dólares propios e incluso se les ofreció poner en caución los bonos que previamente les había colocado la gestión de Martín Guzmán, mejorando el rendimiento de sus instrumentos anteriores.
- Liberalización Cambiaria Parcial: Se eliminaron restricciones que limitaban el acceso al dólar oficial al comprar dólares financieros. Esto, si bien no trajo inversión externa orgánica, facilitó el flujo y la operación entre actores locales.
- Bancos: Se les prometió una reducción de los encajes a cambio de que compraran el nuevo bono.
El costo de la ley local
Un factor clave que elevó la tasa fue la decisión de emitir el bono bajo legislación local. Esta condición es percibida por los inversores como un riesgo adicional significativo en Argentina, lo que obliga al Tesoro a pagar un «premio» (una tasa más alta) en comparación con las emisiones bajo ley extranjera.
La fragilidad de la emisión se hizo evidente al compararla con el financiamiento que obtuvieron recientemente jurisdicciones sub-nacionales:
- Santa Fe: Colocó USD 800 millones a nueve años con una tasa del 8,3%.
- Ciudad de Buenos Aires: Colocó USD 600 millones a siete años con una tasa del 7,8%.
En contraste, el Tesoro nacional pagó 9,25% por una colocación a cuatro años que muchos analistas vieron más como un manotazo de liquidez forzado que como una verdadera señal de confianza del mercado internacional. Dado que la colocación se realizó «bajo la par» (al 91% de su valor), el Tesoro recibió efectivamente USD 910 millones, y no el monto nominal de USD 1.000 millones, lo que acentuó las críticas sobre el costo real del endeudamiento.
