El juego de té utilizado por la tristemente célebre envenenadora Yiya Murano para asesinar a tres personas con cianuro en 1979 ha cambiado de manos en una operación que vuelve a colocar un oscuro fragmento de la historia policial argentina en el centro de la escena mediática.
El vendedor, Martín Murano, hijo de la asesina serial, se desprendió de la vajilla después de que esta regresara a su poder inesperadamente. El comprador es José Argentino Perruccio, un comerciante conocido por su habilidad para transformar objetos polémicos en eventos de alto impacto publicitario.

El Comprador con Historia
Perruccio no es ajeno a este tipo de adquisiciones cargadas de simbolismo. Hace 27 años, acaparó titulares al comprar en una subasta el famoso Mercedes Benz 500 SEC de Susana Giménez, vehículo que estuvo en el ojo del huracán durante el escándalo de los «autos truchos» en los años 90. En aquella ocasión, Perruccio convirtió el automóvil en el premio principal de un sorteo masivo, demostrando su visión para el marketing.
Consultado sobre esta nueva adquisición, Perruccio relató que se enteró de la disponibilidad del juego de té a través del programa Intrusos. «En ese momento empecé a moverme para conseguir un teléfono y poder contactarlo», afirmó.
De la Devolución al Negocio
El periplo de la vajilla es tan retorcido como la historia de Yiya Murano. La asesina la utilizó para servir el té envenenado a dos amigas y a su prima, a quienes les debía dinero, entre febrero y marzo de 1979.
Martín Murano había intentado deshacerse del objeto al casarse, regalándoselo a la madre de una amiga. Tras el fallecimiento de esta mujer, su hija se comunicó con Murano para devolverle las tazas. «Cuando lo abrí y vi una sola tacita, lo volví a guardar. Dije ‘lo quiero tirar’», recordó Murano, intentando poner distancia con el pasado criminal.
No obstante, la aparición de Perruccio le dio un nuevo giro a la situación. El comerciante desembolsó alrededor de 4.000 dólares por el juego de té y, crucialmente, por el uso del nombre «La envenenadora de Monserrat».
La Promesa de «Resignificación»
Aunque Perruccio evitó dar detalles concretos sobre el destino final del juego de té, enfatizó su intención de «resignificar» el objeto. «Del mal sale el bien», repite, asegurando que «tarde o temprano esta historia también puede encontrar su final feliz».
El comerciante, actualmente enfocado en un proyecto de medicina natural, buscaría utilizar el poder de convocatoria de estas «tazas con pasado oscuro» para impulsar su iniciativa. Una vez más, un objeto manchado por uno de los episodios más oscuros de la crónica policial argentina se recicla, envuelto en una singular apuesta por convertir la controversia en capital mediático.
