La noticia ha generado un sismo emocional en el mundo del fútbol: el SSC Napoli le ha propuesto formalmente a Boca Juniors la realización de un partido amistoso en el mítico Estadio Diego Armando Maradona. Lo que comenzó como un rumor ha tomado cuerpo como una propuesta concreta que busca hermanar a las dos ciudades que más amaron al «Pelusa».
Un homenaje con mística maradoniana
La propuesta del club italiano no es casual. El Napoli se encuentra en un proceso de planificación para la remodelación de su estadio y ve en la visita del Xeneize el marco ideal para una celebración que trascienda lo deportivo. Para ambas instituciones, Diego no es solo un exjugador, es una deidad que une la pasión del sur de Italia con el corazón de La Boca.
Desde la dirigencia napolitana consideran que ver las camisetas azul y oro junto a las celestes en el césped del antiguo San Paolo sería el tributo definitivo. Sin embargo, convertir este sueño en realidad requiere una ingeniería de calendario casi milagrosa.
El laberinto del calendario: el gran obstáculo
A pesar del entusiasmo en ambas orillas del Atlántico, la realidad de la agenda profesional pone trabas importantes:
- Calendario Europeo: El Napoli enfrenta una temporada cargada con la Serie A y competiciones continentales, donde los días de descanso son prácticamente inexistentes.
- La agenda de Boca: El equipo argentino no se queda atrás, con la Copa Libertadores, la Copa Argentina y el torneo local exigiendo al máximo al plantel.
- El factor Mundial 2026: Con la Copa del Mundo en el horizonte (junio/julio de 2026), las ventanas para partidos internacionales se reducen drásticamente, obligando a las ligas a comprimir sus fechas.
Logística y sentimientos
Además del tiempo, la logística de trasladar a toda una delegación a Europa para un único compromiso amistoso implica un esfuerzo económico y físico que Boca debe evaluar. No obstante, el valor simbólico y el potencial comercial de un «Derbi Maradona» son tan altos que los dirigentes de ambos clubes están decididos a agotar todas las instancias de diálogo.
Por ahora, el fútbol mundial contiene el aliento. La invitación está sobre la mesa y el deseo es mutuo. Solo resta saber si el destino permitirá que la pelota ruede una vez más bajo la bendición del Diez en la ciudad que lo adoptó como hijo pródigo.
