Día de los Inocentes: ¿Por qué se conmemora?

Día de los Inocentes: ¿Por qué se conmemora?

Cada 28 de diciembre, el calendario litúrgico y la cultura popular se entrelazan para dar lugar al Día de los Santos Inocentes. Esta fecha se caracteriza por una paradoja única: mientras la Iglesia recuerda un evento trágico, la sociedad civil lo celebra con humor y bromas.

El origen bíblico: Un relato de martirio

La conmemoración tiene su raíz en el Evangelio según San Mateo. Según el relato, el rey Herodes I el Grande, obsesionado por mantener su trono tras el anuncio del nacimiento del «Rey de los Judíos» (Jesús), ordenó una matanza masiva en Belén.

El decreto estipulaba el asesinato de todos los niños menores de dos años. Aquellos infantes pasaron a la historia cristiana como los «Santos Inocentes», considerados los primeros mártires del cristianismo por haber muerto en lugar de Jesús.

El giro hacia la cultura popular

A pesar de su inicio sombrío, la fecha fue mutando con el paso de los siglos. Los historiadores sugieren que este cambio se debe a la fusión con festividades paganas y medievales:

  • La «Fiesta de los Locos»: Durante la Edad Media en Europa, se celebraban días de permisividad donde se invertían los roles sociales y se permitía la sátira.
  • La transición al humor: El término «inocente» pasó de significar «sin culpa» (en el sentido del martirio) a «incauto» o «fácil de engañar».

Tradiciones en América Latina y España

En el mundo hispanohablante, la jornada se vive con un espíritu festivo similar al April Fool’s Day anglosajón. Es común ver:

  1. Bromas personales: Engaños leves entre amigos y familiares.
  2. Noticias falsas: Los medios de comunicación suelen publicar notas absurdas o imposibles que luego son desmentidas.
  3. La frase clásica: Al finalizar el engaño, se utiliza la sentencia: «¡Que la inocencia te valga!», como recordatorio de que no se debe confiar ciegamente en todo lo que se escucha ese día.

Una doble dimensión

Hoy en día, el 28 de diciembre funciona como un recordatorio de cómo las sociedades resignifican el pasado. Es una jornada que invita, simultáneamente, a la reflexión religiosa por las víctimas de la violencia y a la celebración de la picardía como parte de la identidad cultural.

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