A los 87 años y tras más de una década enfermo de Alzheimer, su cuerpo dijo basta. El pugilismo, de luto.
Horacio Accavallo, una de las leyendas del pugilismo nacional, murió tras una batalla contra el Alzheimer, que se extendió por más de doce años. «Roquiño» deja un espacio imposible de llenar en el noble arte.
Así lo informó su hijo, Accavallo Jr, en sus redes sociales. “Así te voy a recordar viejo! Con los brazos en alto como un campeón. Gracias por tus enseñanzas y por inculcarme tus valores. Descansa en paz”. Su muerte se produjo justo en la jornada que se conmemora el Día del Boxeador Argentino.
Nacido el 14 de octubre de 1934 en la humilde Villa Diamante, en Lanús, Horacio Accavallo desafió a su destino. Rodeado de un área de basurales y miseria, comenzó a trabajar desde chico como botellero para ayudar a su familia, compuesta de padre inmigrante italiano, y madre española, más tres hermanos. También trabajó en un circo como payaso, equilibrista y faquir. Hasta que desafiando al público para que asista a la carpa en los días de menor convocatoria, descubrió que tenía dotes de boxeador.
La historia es conocida. El 1° de marzo de 1966, Accavallo derrotó en Tokio, Japón, al local Katsuyoshi Takayama y se convirtió en el segundo campeón mundial del boxeao argentino, en peso mosca, tras la consagración de Pascual Pérez en 1954 también en aquella ciudad nipona. Fue tras un fallo dividido luego de quince rounds intensos y ante una multitud, pero donde «Roquiño» mostró su jerarquía. Aquella mañana regó de felicidad al pueblo argentino que seguía el combate por radios y, muy pocos, por TV.
El campeón defendería luego tres veces más la corona ante el japonés Hiroyuki Ebihara, en dos ocasiones, y ante el mexicano Efren Torres, entre 1966 y 1968, año de su retiro luego de un récord de 75 victorias (34 nocauts), 2 derrotas y 6 empates. Zurdo, ágil, inteligente para los movimientos, Accavallo dejó su huella en un deporte que siempre tuvo ligazón emotiva con los argentinos. Fanático de Racing Club, subía al ring vestido con los colores celeste y blanco.
En 1980, en la primera edición de los Premios Konex, recibió un Diploma al Mérito como uno de los 5 mejores boxeadores de la historia en Argentina.
Accavallo también fue un gran empresario
Con los 5 mil dólares obtenidos del primer título mundial, Accavallo compró un negocio de ropa deportiva pionero que llegó a extenderse hasta 27 locales, y siendo varios años el mayor representante en Argentina de la firma Adidas.
En 1998, Horacio y su esposa Ana María sufrieron el peor nocaut que alguien podría recibir con la trágica muerte de su hija Silvana, a los 47 años, atropellada por una camioneta a metros de su local comercial.
Actualmente, su negocio continúa al frente de la mano de su hijo Horacio, ahora fabricante de remeras exclusivas con reseñas a la historia del boxeo y merchandising. Las mismas se observan en la cuenta de Instagram @elcampeonha.
En 2009 comenzaron los problemas cognitivos para Horacio Accavallo, hasta su fallecimiento en las últimas horas.
Se fue el campeón mundial de boxeo más antiguo que tenía el país, una verdadera leyenda y ejemplo, justo en el Día del Boxeador Argentino, que se celebra cada 14 de septiembre en memoria de la histórica pelea de Luis Ángel Firpo ante Jack Dempsey en Nueva York, 1923.