«Lo encontré tirado en el piso rodeado de gente. No se movía y noté que no tenía pulso, así que me arrodillo y comienzo las maniobras de RCP», dice un fragmento de su declaración, que fue la última de la jornada.

   

La última declaración en el tercer día del juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa fue la del primer efectivo del Operativo Sol que asistió al joven, quien para ese entonces «ya no tenía pulso«.

Así lo relató Maximiliano Rosso Suárez, al mismo tiempo que detalló que en el mismo momento que los rugbiers estaban agrediendo ferozmente al estudiante de Derecho, la Policía estaba tratando de controlar otra situación de violencia en un sector lindero al local bailable «Le Brique».

Seguidamente, el agente contó que cinco minutos después escuchó gritos desde Avenida 3 y que, al regresar frente al local, encontró a la víctima «tirada en el piso» y «rodeada de gente».

«El chico no se movía, noto que no tenía pulso. Me arrodillo y comienzo a hacer maniobras de RCP«, explicó Rosso Suárez en su testimonial, y agregó que fue él quien indicó al resto de los efectivos que trataran de localizar a los agresores de Fernando.

Su declaración fue coincidente con los elementos reunidos hasta el momento en la causa, que indican que los rugbiers fueron interceptados por un grupo de efectivos policiales cuando escapaban del lugar, pero luego pudieron seguir camino hacia la casa en la que se hospedaban, donde fueron detenidos finamente por la mañana.

Durante esta jornada declaró también Christian Gómez, personal de seguridad del boliche en cuestión, y Edgardo Lawrenczuk, oficial de la SubDirección Departamental de Investigaciones de Gesell, que fue quien hizo el relevamiento de las cámaras de seguridad horas después del crimen.