Hoy se conocieron los fundamentos de la condena a Cristina Fernández de Kirchner.
Este jueves, finalmente se difundió uno de los documentos más esperados —y criticados— de la Argentina contemporánea: se trata de nada menos que los fundamentos de la condena a la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner por la causa Vialidad.
Fue el Tribunal Oral Federal 2 de Comodoro Py el encargado de revelar la resolución, que consta de más de 1.600 páginas y especifica puntualmente los motivos por los que la Vicepresidenta de la Nación fue hallada culpable, sentenciándola a 6 años de prisión e inhabilitación permanente de ejercicio de funciones públicas por el delito de administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública.
Si bien el tema viene resonando desde aquel 6 de diciembre de 2022 en el que se dio a conocer el veredicto, hoy alcanzó su pináculo, con casi la totalidad de figuras oficialistas denunciando la «mafia judicial» que hay detrás del fallo. Y es que si por algo repercutió el tema es que tanto el fiscal de la causa, Diego Luciani, como un integrante del tribunal, Rodrigo Giménez Uriburu, son buenos amigos del expresidente Mauricio Macri.
No son teorías ni habladurías: ambos son jugadores recurrentes de los campeonatos de fútbol que se juegan en «Los Abrojos», el refugio de Macri en Los Polvorines que goza de todo lujo, incluyendo la cancha donde disputan sus torneos. Podrán negarlo mil veces, pero las fotos están.
El tráfico de fallos no es ninguna novedad y se viene denunciando hace tiempo, aunque con nulos resultados. A pesar de la reciente filtración de chats de la travesía a Lago Escondido por parte de varios magistrados y funcionarios opositores incluidos en la nómina del Grupo Clarín, los cuales incluyen audios, la situación parece no avanzar. Los que deben ser juzgados comparecen, lamentablemente, ante sus pares, también enmarcados en causas similares, como el caso de Rosatti, presidente de la Corte Suprema, y su portavoz, Silvio Robles.
El «cajoneo» de expedientes sigue ocurriendo a ojos de todos. Ya ni lo ocultan. Desestiman evidencia y reinician el bucle. Incluso la Corte ostenta su inmunidad yéndose de vacaciones a días de haber sido acusados de aceptar dádivas y formar parte de una matriz criminal que manipula la Justicia a conveniencia. Pero se van de vacaciones. La corrupción no es un tema urgente, claro, siempre y cuando no orbite a Cristina Kirchner y compañía.
Hoy, el oficialismo grita proscripción. Afirman que los mismos que dibujaron la causa son los compañeros de equipo de Macri, que después de limpiarse la mugre en la estancia de Joe Lewis vuelven a embarrarse jugando un «picadito» en Los Abrojos.
¿Cuál es el límite?
La resolución causó indignación en las filas del Frente de Todos. Figuras más o menos relevantes para la trama política expidieron sus opiniones, y aunque algunas divergen, todas cristalizan lo mismo: fue una «opereta» para sacar a Cristina Fernández de Kirchner de los comicios.
En un ámbito extremadamente competitivo, como lo es la política, abunda el trazado de estrategias para prevalecer sobre tu opositor. Pero esto es ruin y hasta alevoso. No les bastó una bala y un grupo de jóvenes que sirvieron de chivo expiatorio. Cristina no murió esa noche y Milman no sonrió camino a la costa. Y probablemente esta resolución tampoco baste.
Esto nos pone a pensar: ¿Qué va a ser lo próximo? ¿Hay un límite? Las boletas con «basta de proscripción» abundan las calles, y el «operativo clamor» avanza a pasos agigantados con cada nuevo acto que se realiza. Todo apunta a lo mismo: Cristina podría candidata. Si es candidata y gana —que podría lograrse con la unidad del FdT, previo acuerdo con el Presidente—, tendrá fueros políticos. Si tiene fueros políticos, no va presa. Y si no va presa, el plantel de Macri fracasó.
El ministro de Justicia y Derechos Humanos, Martín Soria, comparó el actuar del tribunal con un circo. Leopoldo Moreau lo tildó de parodia. Y Cafiero de persecución. Tres sustantivos distintos para describir lo mismo: amateurs que frenaron la pelota para expulsar a su contendiente por miedo a perder el partido.
La verdadera pregunta es qué hay después de la tarjeta roja.
Por FXFF