«No es que hay un hueco donde desapareció todo el ozono. En el mapeo hay unas zonas que están en rojo y otras que están en azul, donde hay menos cantidad de ozono», expresó la doctora en Física y jefa del departamento de Ciencias de la Atmósfera del Instituto Antártico Argentino, Adriana Gulisano.
La doctora en Física y jefa del departamento de Ciencias de la Atmósfera del Instituto Antártico Argentino (IAA), Adriana Gulisano, informó que «en esta primavera austral se generó menor cantidad de ozono en la Antártida», respecto a primaveras anteriores, lo que redunda en un adelgazamiento de la capa de ozono, que sirve para protegernos de las radiaciones ultravioletas del sol que son dañinas para las personas y los ecosistemas de la Tierra.
«En esta primera austral se generó menor cantidad de ozono. Esto es dinámico. El ozono todo el tiempo se está destruyendo y volviendo a construir. En esta época lo que está ocurriendo es que tenemos menos cantidad que en otras ocasiones», dijo a Télam Gulisano, quien también lidera el Grupo de Acción de Igualdad, Diversidad e Inclusión (EDI) dentro del Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR) y es docente del Departamento de Física de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
La expresión «agujero de la capa de ozono» no es correcta, aclaró la especialista y lo que sucede, al haber menor cantidad de ozono en la Antártida, es «un adelgazamiento de la capa de ozono», agregó.
«No es que hay un hueco donde desapareció todo el ozono. En el mapeo hay unas zonas que están en rojo y otras que están en azul, donde hay menos cantidad de ozono», completó Gulisano.
Asimismo, remarcó que «es diferente la dinámica del adelgazamiento de ozono en el hemisferio norte que en el hemisferio sur», y, «por circulación global, todos los gases (clorofluorocarbono) que emiten las industrias del hemisferio norte o los países industrializados, llegan al hemisferio sur y quedan atrapados ahí afectando a la formación del ozono en la zona polar austral», explicó.
Para estudiar el adelgazamiento de la capa de ozono, las y los investigadores de Argentina trabajan en colaboración con el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) de España, con el programa italiano y con República Checa.
«Siempre se trata de trabajar en colaboración con el mundo, porque es el único planeta que tenemos», destacó la especialista.
Asimismo, el IAA junto con el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), realizan estas mediciones en las bases argentinas más australes, como Belgrano II, San Martín y Marambio, específicamente durante la primavera, porque «se rompe el vórtice» en la zona austral, que es la circulación del aire y éste empieza mezclarse.
«El ozono se destruye por la luz solar y se tendría que volver a reconstituir. Si se mezclan gases, que vienen con elementos muy estables, capturan esos oxígenos necesarios para formar el ozono», precisó Gulisano.
Y explicó que «el ozono todo el tiempo se está destruyendo y reconstituyendo, se está recombinando y se está volviendo a formar. El problema son las tasas de reconstitución y las tasas de formación. Si eso no está balanceado y las tasas de formación son más lentas que las de destrucción, tenemos un adelgazamiento y estamos en problemas. Hoy tenemos este desequilibrio».
Los gases industriales son los que afectan a la formación del ozono, y esto fue detectado durante la década de 1980, cuando se empezó a estudiar el tema. Por ese motivo, se hicieron acuerdos internacionales, como el Protocolo de Montreal de 1987, para bajar las emisiones.
«Y Argentina siempre cumplió», destacó la doctora en Física.
Gracias al Protocolo de Montreal los países dejaron de emitir gases a mansalva, pero «aún si se dejara de emitir por completo estos gases, recién nuestra capa de ozono se podría llegar a reconstituir verdaderamente en el 2050», advirtió Gulisano.