El Círculo de la Prensa de Santiago del Estero repudia el apagón de medios públicos que impuso el gobierno de Javier Milei y que impacta en Santiago del Estero y en todo país.
En este fin de semana extra largo se consumó este hecho histórico que atenta contra los medios del Estado y que presagia una profundización de su vaciamiento y eventual cierre o privatización, pese a haber sido creados por diferentes leyes que siguen vigentes.
El cierre forzado de la agencia nacional de noticias Télam, a principios de marzo, con la baja de su página digital y un vallado policial en su sede central, fueron el preanuncio de una política de destrucción. En Santiago del Estero fueron afectados dos trabajadores de la corresponsalía, al igual que sus pares en todas las provincias. Esa agencia es reconocida a nivel internacional y tiene una cobertura informativa sin parangón en el sector privado argentino.
Este fin de semana también se ejecutó el desguace de la Televisión Pública, con el levantamiento de su producción propia y de informativos cuyo espacio fue rellenado con programación “enlatada” de programas de archivo. Así se dieron de baja la mitad de las ediciones del noticiero y programas emblemáticos como Cocineros Argentinos, País Federal, Otra trama, La liga de la ciencia, Aire Nacional –en el que participaban Radios Nacionales, entre ellas la de Santiago del Estero-, entre otros ciclos.
En Radio Nacional también se resolvió silenciar la programación propia de sus 50 emisoras, que pasaron 6 días con música emitida desde LRA 1 Buenos Aires y apenas con su servicio informativo. En Santiago del Estero y en las demás provincias se levantaron las guardias mínimas que estaban previstas el 1 y 2 de abril. Ya el 24 de Marzo, día de la Memoria, se suspendió la programación local con el objetivo de no transmitir los actos realizados en el país. En la filial local no se renovaron contratos a 7 empleados, lo que equivale a la pérdida de un turno completo; a nivel nacional son más de 500 desde diciembre de 2023.
Este silenciamiento es un hecho casi inédito en su historia: ya lo había puesto en práctica Hernán Lombardi, el ex ministro de Medios del gobierno de Mauricio Macri, al recortar horas extras e impedir que la radio tuviera locutores los fines de semana y durante fines de semana largos. Eso provocó que durante varios días se convirtiera en una mera repetidora de LRA 1 Buenos Aires, privando a la población local de información local aunque más no fuera durante algunas horas.
En forma simultánea, el gobierno libertario decretó el cierre de las delegaciones del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), incluida la de Santiago del Estero, lo que implicará unos 500 despidos. Esa medida afecta a la comunicación porque ese organismo tiene por misión regular los servicios de telefonía, televisión y radiodifusión y el espectro digital, entre otras competencias, lo que deja en condiciones de mayor vulnerabilidad a los clientes/usuarios ante estas las corporaciones prestatarias y facilita el camino para el ingreso de jugadores externos.
Este panorama demuestra el menosprecio del gobierno de Milei por los medios públicos, cuya lógica e importancia desconoce y rechaza, pese a que en los países que señala como faros del liberalismo son parte del ecosistema comunicacional: funcionan como organismos sin fines de lucro y generan una agenda propia y ajena a los intereses de las corporaciones privadas.
¿Cuál será la consecuencia de esta política destructiva? En primer lugar, un fuerte golpe a la pluralidad de voces y la invisibilización de una agenda que las corporaciones informativas privadas desdeñan. En segundo lugar una fuerte centralización de la agenda impuesta por los grandes grupos mediáticos desde Capital Federal y sus similares en las provincias, con un fuerte crecimiento de los “desiertos informativos”, como sostiene Fopea. Esto es pocos actores potentes que generan una visión acomodada a sus intereses económicos y políticos, cuyos contenidos y agendas se replican por otros medios pequeños, que tienen escasa o nula producción propia. Eso provoca un empobrecimiento de la oferta informativa y la preponderancia de un discurso único sobre las audiencias. Desde luego que esto implicará la pérdida de miles de empleos calificados –con una inversión en capacitación desechada-, con trabajadores que será arrojados a un mercado cada vez más precarizado.
No es el primer embate que sufren los medios públicos, que ya fueron vaciados y se intentó privatizarlos, sin que las diferentes gestiones de los últimos años les otorgaran la preminencia que merecen. Al contrario de lo que sucede en la actualidad, podrían ser mejorados y revalorizados, para cumplir más eficazmente su objetivo de constituirse como espacios plurales, en defensa de la cultura, los valores democráticos, los Derechos Humanos y el interés general antes que los particulares, con un cabal concepto de federalismo.
Por todo esto, el Círculo de la Prensa de Santiago del Estero rechaza este avance para silenciar un sector significativo de la comunicación, lo que perjudica a los santiagueños y a millones de argentinos de los más recónditos rincones del país, que se verían privados de un servicio público fundamental.