Bullrich y el valor de la palabra: se retracta en la Justicia pero embiste públicamente

Bullrich y el valor de la palabra: se retracta en la Justicia pero embiste públicamente

La palabra, más si esta es pública y si además te dedicas a la política suele tener un valor supremo, porque la gente como dicen “no come vidrio” y porque además la mentira “tiene patas cortas”.

Sin embargo, hay personajes públicos que hacen méritos por motu proprio para integrar esta lista de personas que faltan a la verdad.

El periodista de Tiempo Argentino, Néstor Espósito informó que “la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, reconoció que denunció sin fundamentos ni pruebas el supuesto pago de sobornos durante la pandemia de Covid 19 para la compra por parte del Estado argentino de las vacunas del laboratorio multinacional Pfizer”.

La nota da cuenta que “Bullrich se retractó ante el empresario farmacéutico Hugo Sigman, dueño del laboratorio Mabxience, a través del cual se celebró el acuerdo para la provisión de vacunas de AstraZeneca”. “Cuando la Argentina buscaba casi con desesperación la provisión de vacunas contra el coronavirus, Bullrich denunció en entrevistas con medios audiovisuales y en redes sociales que “funcionarios del Ministerio de Salud le habían pedido un retorno a Pfizer”. En ese contexto, planteó la existencia de una “matriz de negocios kirchnerista” por la cual el gobierno de Alberto Fernández “habría puesto como condición al laboratorio Pfizer para la compra de su vacuna contra el COVID-19 que debía producirse total o parcialmente en el país, utilizando a tal efecto un empresario previamente nominado, que es el mismo de AstraZeneca, Hugo Sigman”.

“Poner un amigo que hace el trabajo sucio. Ese es el hecho de corrupción”, subrayó Bullrich.

Sin embargo, por más rimbombante que suene la denuncia, todo era falso.

“Luego de un nuevo análisis de los hechos que suscitaran la promoción de estas actuaciones, la parte demandada (Bullrich) ha llegado al convencimiento que no es posible afirmar ni probar que el actor haya actuado como intermediario ni participado en ninguna actividad indebida con relación a la compra de vacunas para el Covid 19 del laboratorio Pfizer o AstraZeneca ni de ningún otro laboratorio por parte del Estado Nacional”, explica una nota presentada en el expediente por los abogados de Sigman, Flavia Castagnino y Fernando Freire.

Lisa y llanamente, no existe ningún fundamento legal o jurídico ni fáctico que acredite los dichos de Bullrich. Mientras el acusado intenta en la Justicia que quede exento de culpa y cargo su buen nombre y honor.

En el mientras tanto, su nombre ya fue expuesto públicamente como responsable de un supuesto negocio ilícito que ahora a la luz de los hechos resulta al menos incomprobable por falta de pruebas.

Hacer del uso de la palabra un arma pública de escrache hacia un objetivo político, no es justamente de buen político y ni siquiera un aporte a la vida en democracia.

AstraZeneca era la vacuna que producía el laboratorio de Sigman.

Continúa relatando Espósito que “cuando el exministro de Economía Martín Guzmán opinó durante un reportaje que la cuarentena «fue más larga de lo que debió haber sido» y atribuyó esa decisión política a que beneficiaba a la imagen del expresidente Fernández y su gobierno, Bullrich reaccionó en la red social X”.

Y añade, en forma contundente: “«Alberto Fernández me demandó por 100 millones de pesos a raíz de que yo lo denuncié porque con las vacunas Pfizer hubo cosas oscuras. Ahora que nos enteramos de que alargó la cuarentena porque al kirchnerismo le daba rédito político, mi decisión es que ese dinero se lo devuelva al pueblo argentino», posteó el lunes 2 de septiembre. Para ese entonces, ya se había retractado ante Sigman. El acuerdo judicial fue presentado el 29 de agosto a las 10:29”.

El documento está firmado, a modo de aval, también por los abogados de Bullrich, Eduardo Ratti y Fernando Cintas. El hecho de que uno de los abogados de la ministra se apellide Ratti es un solo un determinismo poético.

Ante el principio jurídico de “a confesión de parte, relevo de prueba”, Bullrich debería no caer en falsedades a la hora de declarar públicamente, porque ello no hace más que llevar confusión a una ciudadanía que está cansada de políticos que solamente se dedican a pelearse utilizando las redes sociales.

Luego realiza mención a que “la ministra de Seguridad, quien al momento de los hechos era presidenta del PRO, afirmó en su retractación que “en ningún momento ha tenido intención de atribuir al Dr. Sigman autoría de ningún hecho irregular ni delito con relación a la intermediación o retornos indebidos respecto de la compra de vacunas contra el Covid por parte del Estado Nacional, ni de causar daño al actor”.

“Sigman había demandado ante el fuero Civil por “daños y perjuicios” por 20 millones de pesos (que había prometido donar a un hospital público) a Bullrich a raíz de “las infundadas, ilegítimas y agraviantes manifestaciones públicas formuladas por ella ante distintos medios de comunicación y en las redes sociales los días 23, 24 y 25 de mayo de 2021”.

Sigman aceptó la rectificación “desistiendo de la presente acción promovida contra la Sra. Patricia Bullrich, solicitando el archivo de estas actuaciones”.

Aportes de campaña

El 10 de febrero pasado, el sitio de internet La Política Online publicó que “Hugo Sigman aportó cuatro millones de pesos a la campaña de Javier Milei. Se trata de uno de los empresarios más poderosos del país que realizó lucrativos negocios en el gobierno de Alberto Fernández durante la pandemia. (…) Dejó su progresismo de lado y aportó cuatro millones de pesos a la campaña libertaria a través de Chemotecnica SA”.

El periodista de Tiempo Argentino advierte que “El acuerdo que puso fin a la demanda contra Bullrich es una mala noticia para la Asociación Cooperadora del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. Sigman había prometido que le donaría lo que obtuviera como resarcimiento por los dichos de Bullrich. “La suma de 20 millones de pesos o lo que en más o menos resulte de la prueba a producirse, con más intereses”.

En aquella demanda, Sigman afirmó que Bullrich encabezó un “plan sistemático de desprestigio” en su contra.

El abandono de la causa judicial fue presentado ante el juzgado número 21, a cargo del juez Luis Ricardo José Sáenz, quien el 2 de setiembre tuvo por “presente el desistimiento de la acción expuesto de común acuerdo por las partes”.

¿Por qué Sigman había demandado a Bullrich?

El empresario le reprochó haberlo acusado públicamente “de manera indirecta de homicida o cómplice de asesinato masivo” como presunto “responsable de que el Estado Argentino no haya podido arribar a un acuerdo con Pfizer para la compra de vacunas, lo que hubiera evitado muchas de las más de 100.000 muertes ocurridas”.

Uno de los principales elementos de prueba presentados por el empresario fue un estudio de una consultora de medios que detalló que “en un período de tan sólo 65 días, Sigman fue mencionado en 250 artículos, que alcanzaron a una audiencia de más de 52 millones de vistas”.

“La cobertura estuvo asociada a términos con una connotación innegablemente negativa: Soborno/Coima/Retorno (934 menciones), Denuncia (662 menciones), Intermediario (481 menciones) y Corrupción (124 menciones)”.

El estudio consignó que “Sigman fue mencionado en más de 30.000 posteos, que alcanzaron a una audiencia de más de dos millones de vistas y que, a su vez, incluyeron palabras como soborno / coimas (2663 veces) y denuncia (2806 veces)”.

Frente a la contundencia de los hechos que dejan los dichos de la ministra por el piso nos preguntamos:

“¿Cómo podrías vos desde una función pública proponer una acción o disponer de recursos del Estado y ejecutar políticas públicas si es que no puedes mantener tu palabra frente a dichos contra terceros en ejercicio de tus deberes?. ¿Es gratis entonces ensañarse en contra de cualquier persona o ciudadano sin razón o prueba alguna?. ¿Hasta cuándo se va a seguir utilizando la denuncia sin fundamento como una herramienta política válida para desprestigiar a un adversario político?

Argentina del siglo XXI, mucho por aclarar.

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