Los plásticos convencionales, derivados del petróleo, tienen un grave impacto ambiental por su alto nivel de contaminación. Por ello, la industria de alimentos requiere del desarrollo de nuevas tecnologías de envasado y protección de productos alimenticios que resulten más beneficiosas para el ambiente.
En este contexto, un equipo de investigadores/as de UNSE- CONICET (CIBAAL) llevan adelante estudios en el marco del proyecto “Almidones de papa como agentes funcionales para la formulación de recubrimientos comestibles. Aplicación en hortalizas.”, dirigido por la Dra. Laura Iturriaga, directora de la mencionada unidad ejecutora de doble dependencia.
Este proyecto propone usar el almidón de tubérculos, como la papa, para elaborar bioplásticos que reemplacen los plásticos actuales que se utilizan para envasar vegetales. También, se plantea utilizar este almidón para desarrollar recubrimientos comestibles que permitirán transportar principios activos que aporten nutrientes a los alimentos.
Aprovechando las propiedades del almidón
De esta manera, el proyecto de investigación tiene como objetivo darle una utilidad novedosa a esta materia orgánica, utilizándola como agente texturizante en la elaboración de snacks saludables (Lee más sobre esta noticia aquí) y como formador de películas biodegradables que puedan ser utilizadas para envasar vegetales frescos.
La Dra. Claudia Quinzio, investigadora, docente e integrante del equipo de trabajo, explica que, cuando se cosecha un vegetal comienza inmediatamente el proceso de deterioro del mismo. Por ello, se busca desarrollar recubrimientos comestibles para cubrir, conservar y texturizar estos alimentos.
La principal función del recubrimiento es proteger al alimento de factores físicos, químicos y microbiológicos, formando una barrera que retarda el proceso de deterioro. Esto posibilita mantener y extender la vida útil del alimento, y conservar sus características nutricionales y organolépticas, es decir aquellas características que se pueden percibir a través de los sentidos, como el sabor, el olor, el color, la textura o la temperatura.
Por otro lado, se pretende desarrollar bioplásticos a partir del almidón, que puedan sustituir los plásticos convencionales que se utilizan para recubrir las bandejas de vegetales en los supermercados.
En cuanto a los bioplásticos se caracterizan por ser orgánicos y biodegradables, a diferencia de los plásticos derivados del petróleo, que persisten en el ambiente y son altamente contaminantes. Además, esta biopelícula actúa como una barrera protectora contra el deterioro normal que sufren los productos cosechados.
La elaboración del recubrimiento
El proceso de elaboración del recubrimiento inicia con la extracción de almidón de fuentes naturales autóctonas de la región noroeste de Argentina, específicamente de la papa y la papa andina.
La Dra. Quinzio destaca que “estos recubrimientos se elaboran mediante el método de inmersión. Se sumerge el producto en una solución de agua y almidón gelatinizado, y se forma una película sobre la superficie los alimentos”, detalla.
A través de estos recubrimientos se busca incorporar sustancias bioactivas, es decir, componentes que aporten nutrientes específicos al alimento, como vitaminas, carotenos, antioxidantes y sustancias antimicrobianas. Esto brindará un mayor perfil nutricional al producto y a su potencial como alimento saludable para los consumidores.
Avances del estudio y futura comercialización
Este proyecto se encuentra en etapa inicial, sin embargo, ya se lograron obtener bioplásticos para el envasado de los productos, lo que representa un avance fundamental hacia la posibilidad de desarrollar un futuro producto comercial.
La Dra. Quinzio considera que este proyecto impactará positivamente en la región, ya que somos “una región productora de hortalizas”. Por lo tanto, ofrecería una alternativa valiosa para los productores locales que enfrenten dificultades para comercializar sus cosechas en el mercado de consumo directo.
Finalmente, y de manera adicional a todas las ventajas del proyecto que se encuentran ejecutando, Claudia Quinzio enfatiza en la relevancia de desarrollar en la provincia, tecnologías sostenibles que reemplacen los métodos contaminantes. “Esta investigación es un paso significativo para nuestra región, ya que actualmente no existen tecnologías similares en Santiago del Estero”.
Los integrantes del equipo del Laboratorio de Fisicoquímica de Alimentos, dependiente del CIBAAL, que llevan adelante el proyecto está conformado por: la Dra. Laura Iturriaga, directora de la mencionada unidad ejecutora de doble dependencia; la Dra. Florencia Kvapil, Investigadora Asistente CONICET, Aux. Primera Semiexclusiva FAyA- UNSE; la Dra. Anabel Ayunta, Investigador Asistente CONICET, Aux. Primera Semiexclusiva FAyA- UNSE; la Ing Cecilia Gulotta, Tesista Doctoral CONICET; la Ing. Aldana Reynoso, Tesista Doctoral, Aux. Primera Exclusiva FAyA- UNSE y el Lic. Argañaraz Pablo, Personal de Apoyo (CPA) CONICET.