El fin de la austeridad (para algunos): Milei premia a su gabinete con un polémico aumento salarial

El fin de la austeridad (para algunos): Milei premia a su gabinete con un polémico aumento salarial

En una decisión que dinamita el discurso de la «motosierra» y el sacrificio compartido, el presidente Javier Milei ha autorizado una recomposición salarial para la alta jerarquía del Poder Ejecutivo. Mientras el resto de los argentinos enfrenta una inflación asfixiante y salarios deprimidos, los secretarios y directores del Gobierno nacional recibirán este «regalo» de año nuevo que será oficializado en el Boletín Oficial este viernes.

La casta se auto-percibe atrasada

A pesar de las constantes proclamas sobre la inexistencia de dinero público («No hay plata»), el Ejecutivo cedió ante los «reiterados planteos» de sus propios funcionarios. Según dejaron trascender desde los pasillos de la Casa Rosada, los secretarios y directores se quejaban de un atraso en sus ingresos, una sensibilidad que el Gobierno parece no tener con los jubilados o los trabajadores del sector privado que también padecen el congelamiento de su calidad de vida.

Maniobras de distracción: El «sacrificio» presidencial

En un intento por contener el inevitable malestar social que generará esta medida, el portavoz Manuel Adorni se apresuró a aclarar que el aumento no llegará al bolsillo del Presidente. Sin embargo, esta maniobra de comunicación es vista por muchos como una «victoria pírrica» o un simple gesto simbólico: mientras el sueldo de Milei queda estático para la foto, toda la estructura política que lo rodea —la misma que debía ser ajustada— pasará por ventanilla a cobrar sus nuevos haberes.

Un mensaje contradictorio

La medida es la primera gran claudicación ética de la gestión en términos de salarios públicos. Tras haber llegado al poder prometiendo que el ajuste lo pagaría la política, la firma de este decreto confirma que, para la cúpula estatal, el «esfuerzo» tiene un límite muy corto.

El incremento, que se formalizará tras los feriados de fin de año, marca un quiebre en la narrativa oficial y deja una pregunta incómoda en el aire: ¿Cuánto tiempo más se le puede pedir austeridad al pueblo mientras los despachos oficiales se aseguran su propia recomposición?

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