La ausencia de datos duros que respalden esta declaración parece más un recurso de autocelebración que una afirmación con valor tangible.
El reciente discurso de Javier Milei en el evento Endeavor Argentina ha generado, una vez más, controversia y dudas entre la opinión pública. En un acto celebrado en el Faena Art Center de Buenos Aires, el presidente aseguró que su gobierno ha logrado reducir la pobreza en ocho puntos porcentuales y que, de continuar la tendencia a la baja en la inflación, la economía argentina estaría cerca de liberarse del cepo cambiario en 2025. Sin embargo, estas afirmaciones, especialmente en torno a la reducción de la pobreza, han dejado preguntas sin respuestas claras.
Milei ha sido consistente en un discurso que se sostiene sobre una visión liberal del mercado, con un énfasis extremo en la eliminación de barreras y el ajuste fiscal. En su intervención, destacó que el ajuste en el equilibrio del tesoro y la eliminación de los llamados «pasivos remunerados» han permitido una disminución de la inflación a niveles que nadie —según sus palabras— esperaba. Sin embargo, lo que no estuvo presente fue una explicación detallada de cómo estas medidas impactan en la población vulnerable y de qué manera se han traducido en la presunta reducción de la pobreza en tan corto tiempo.
Las medidas de ‘ajustes’ y ‘anticastas’ del gobierno del presidente llevaron a la población a momentos escandalosos: el peor índice de consumo de carne en los últimos 100 años, la perdida del poder adquisitivo, la jubilación mínima, el salario mínimo, entre muchas otras medidas que dejan mucho que pensar sobre su pensamiento de que la pobreza «está bajando», como él asegura.
La duda surge, en primer lugar, por la falta de datos concretos. Milei no presentó un análisis que respalde la caída de la pobreza que asegura haber logrado. Los números en torno a la pobreza en Argentina han sido objeto de discusión constante, y cualquier afirmación de una caída tan abrupta en los índices de pobreza requeriría pruebas estadísticas robustas. La misma caída de la inflación, aunque alentadora, apenas se sostiene en el contexto de un ajuste reciente que aún no demuestra un impacto positivo sostenido en la calidad de vida de los sectores más postergados.
Este tipo de afirmaciones sin respaldo pueden crear una percepción sesgada de los «logros» de su gobierno. La población argentina ha sufrido por décadas los vaivenes económicos y, a menudo, las promesas políticas terminan quedando muy lejos de la realidad. La ausencia de datos duros que respalden esta declaración parece más un recurso de autocelebración que una afirmación con valor tangible.
Además, la promesa de levantar el cepo cambiario en abril de 2025 es otra declaración que, aunque suena optimista, depende de condiciones económicas futuras inciertas. El mercado cambiario en Argentina ha sido un punto crítico de la economía nacional, y la liberación del cepo no solo requiere una inflación controlada, sino una economía sólida y un respaldo de reservas que aseguren la estabilidad.
Quiere decir, según el presidente, que recién dentro de casi medio año, las personas van a recuperar algo de su poder adquisitivo perdido este último año.
¿Estamos ante un anuncio prematuro o ante una estrategia política destinada a afianzar la imagen de un gobierno en control? Los argentinos saben que la economía no responde a discursos, y los cambios reales en los índices de pobreza requieren mucho más que medidas de ajuste fiscal y ajustes en la tasa de cambio. El país necesita políticas que generen empleo, infraestructura que permita el desarrollo de las zonas más postergadas y un compromiso genuino para reducir la desigualdad estructural.
El país necesita mucho más que palabras: necesita un camino claro y cifras concretas que respalden los cambios que la administración asegura haber logrado, un Estado presente.