Marcado por el escándalo del senador Edgardo Kueider, el manejo de las sesiones extraordinarias en el Congreso y la negativa a tratar el Presupuesto 2025, han evidenciado serias falencias en su estrategia política y legislativa.
El presidente Javier Milei ha comenzado su segundo año de mandato enfrentando una serie de errores que han puesto en tela de juicio su capacidad de gestión. Los acontecimientos de esta primera semana, marcados por el escándalo del senador Edgardo Kueider, el manejo de las sesiones extraordinarias en el Congreso y la negativa a tratar el Presupuesto 2025, han evidenciado serias falencias en su estrategia política y legislativa.
El caso Kueider: un aliado que se convierte en problema
El escándalo protagonizado por el senador Edgardo Kueider dejó al oficialismo en una posición comprometida. Aunque Milei intentó deslindarse del problema al culpar al kirchnerismo por la trayectoria del entrerriano, los hechos muestran que el libertarismo también jugó un papel clave al darle un lugar en su círculo de confianza. Las acusaciones contra Kueider y su posterior expulsión del Senado evidenciaron la incapacidad del gobierno para manejar la crisis de manera coherente.
Primero, el oficialismo vaciló entre defender al senador y apoyar su expulsión. Finalmente, en un movimiento contradictorio, envío a sus legisladores a votar contra Kueider para luego impugnar la sesión, un gesto que Milei justificó como una forma de señalar la influencia negativa de su excompañera de fórmula, Victoria Villarruel. Sin embargo, esta estrategia dejó al gobierno con un mensaje confuso y debilitó su posición tanto frente a la oposición como ante la opinión pública.
Sesiones extraordinarias: un intento fallido de control
El gobierno aspiraba a demostrar un mayor control de la agenda legislativa durante las sesiones extraordinarias de enero, pero el resultado fue el opuesto. La falta de acuerdos previos y la agenda unilateral del Ejecutivo, que intentó imponer temas como la eliminación de las PASO y proyectos antimafia, generó rechazo en todos los sectores de la oposición.
La ausencia de incentivos para los aliados y la incapacidad para coordinar con sectores clave llevaron a la suspensión de las sesiones, un revés significativo que expuso nuevamente la soledad política del oficialismo. «Milei parece creer que puede gobernar sin negociar, pero la realidad demuestra que este enfoque no solo es ineficaz, sino también autodestructivo», comentó un analista político.
Presupuesto 2025: la terquedad como obstáculo
Otro de los puntos críticos ha sido la negativa del Ejecutivo a incluir el proyecto de Presupuesto 2025 en las sesiones extraordinarias. Milei optó por no negociar, insistiendo en manejar la economía sin un presupuesto aprobado, como ya ocurrió en 2024. Sin embargo, este enfoque podría volverse insostenible, especialmente ante las presiones del Fondo Monetario Internacional y de los mercados internacionales, que exigen mayor previsibilidad.
«Postergar esta discusión solo incrementará los costos fiscales y políticos para el gobierno», señaló un economista consultado. Además, expertos advierten que el clima de urgencia que podría haber favorecido las negociaciones se está diluyendo, dejando al Ejecutivo con menos herramientas para avanzar en su agenda.
Un comienzo lleno de desafíos
El inicio del segundo año de gestión de Milei ha estado marcado por errores estratégicos que han erosionado su imagen y debilitado su capacidad de gobernar. Si bien el presidente aún tiene margen para corregir el rumbo, los acontecimientos recientes plantean serias dudas sobre su habilidad para manejar los desafíos políticos y económicos que enfrenta el país.