El Papa recibió a miembros de la Red Internacional de Legisladores Católicos, a quienes les reclamó bases jurídicas cada vez más sólidas para defender el derecho internacional humanitario.
Con ocasión del 15º encuentro anual de la Red Internacional de Legisladores Católicos (ICLN), que se celebra en Frascati y Roma del 22 al 25 de agosto sobre el tema: «El mundo en guerra: crisis y conflictos permanentes – ¿Qué significa para nosotros?», la audiencia con el Papa Francisco de unos 170 participantes fue propicia para que pontífice vuelva sobre el tema crucial y doloroso de la «tercera guerra mundial en pedazos».
Dentro de este horizonte, tres son las líneas, las propuestas que el Papa ofreció como puntos para la reflexión ante un equipo que trabaja para dotar a los cristianos comprometidos en cargos públicos de herramientas y formación para un liderazgo «virtuoso y eficaz».
La constatación de fondo de la que partió el Papa en su discurso es que los conflictos a gran escala han creado una tercera guerra mundial combatida a trozos («pero hay una tercera guerra mundial»), reconoció, que «parece permanente e imparable».
La preocupación del Papa es intentar formular respuestas para compartirlas con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, en particular los que se inspiran en una visión evangélica de la unidad de la familia humana.
«La crisis actual amenaza seriamente los pacientes esfuerzos de la comunidad internacional, especialmente a través de la diplomacia multilateral, para fomentar la cooperación a la hora de abordar las graves injusticias y los acuciantes retos sociales, económicos y medioambientales a los que se enfrenta la familia humana», expresó.
Renunciar a la guerra para resolver los conflictos
El Papa citó la Fratelli tutti, en la que se explica que toda guerra es el «fracaso de la política y de la humanidad». Y añadió que «la rendición no es de un país a otro, la rendición es la guerra misma. Es, en efecto, una derrota».
El pontífice constató que «la enorme capacidad destructiva de los armamentos contemporáneos ha dejado, de hecho, obsoletos los criterios tradicionales sobre los límites de la guerra» y que, en muchos casos, «la distinción entre objetivos militares y civiles es cada vez más incoherente».
«Nuestras conciencias no pueden dejar de conmoverse ante las escenas de muerte y destrucción que diariamente tenemos ante nuestros ojos. Necesitamos escuchar el grito de los pobres, de las viudas y los huérfanos de los que habla la Biblia, ver el abismo de maldad que se esconde en el corazón de la guerra, y decidirnos por todos los medios posibles a optar por la paz»
Seguir el camino de la paz mediante la negociación
El segundo punto que abordó el Papa se refiere a cómo ? con perseverancia y paciencia, virtud proverbial de los fuertes, nos recuerda ? perseguir el camino de la paz, «en toda ocasión oportuna e inoportuna».
Se debe recurrir, recomendó, a la negociación, a la mediación y el arbitraje. Y recordando un pasaje del Discurso al Cuerpo Diplomático de este año, reiteró la importancia del diálogo para el alma de la cooperación internacional «facilitada ? añadió ? por una renovada confianza en las estructuras de la cooperación internacional». Unas estructuras que, según el Santo Padre, necesitan una reforma constante para adaptarse a la evolución de las circunstancias.
Debe prestarse especial atención a la defensa del Derecho Internacional Humanitario y a dotarlo de una base jurídica cada vez más sólida. Ello exige, por supuesto, trabajar por una distribución cada vez más equitativa de los bienes de la tierra, garantizando el desarrollo integral de las personas y los pueblos, y superando así las escandalosas desigualdades e injusticias que alimentan conflictos de larga duración y generan nuevos agravios y actos de violencia en todo el mundo.
Ante la fragmentación y desintegración de la sociedad, el Papa Francisco recurrió de nuevo a la cita de la Gaudium et spes, indicando el camino deseado para evitar esta desintegración del tejido relacional, tanto a nivel planetario como en las situaciones más circunscritas de nuestras acciones cotidianas.
«A veces los conflictos pueden ser inevitables, pero sólo pueden resolverse fructíferamente en un espíritu de diálogo y sensibilidad hacia los demás y sus razones, y en un compromiso común con la justicia en busca del bien común. No lo olviden: los conflictos no se resuelven solos. No. Se sale con los demás. Solo, nadie puede salir de un conflicto»
El mundo, cansado de guerras, necesita esperanza
Por último, Francisco animó a la delegación a ser un ejemplo para las nuevas generaciones. Nuestro mundo ? dijo ? «está cansado de la guerra, parece que no puede vivir, sin guerra, necesita renovar el espíritu de esperanza que llevó a fundar las estructuras de cooperación al servicio de la paz tras la Segunda Guerra Mundial».
Y añadió: «La guerra no es esperanza, la guerra no da esperanza. Que su compromiso por el bien común, sostenido por la fe en las promesas de Cristo, sirva de ejemplo a nuestros jóvenes. ¡Qué importante es para ellos ver modelos de esperanza y de ideales que contrarresten los mensajes de pesimismo y de cinismo ? no olvidemos los mensajes cínicos: son terribles! ? y estos mensajes de desesperanza, pesimismo y cinismo a los que tan a menudo están expuestos los jóvenes!»
Proporcionar a los cristianos que ocupan cargos públicos una formación permanente en la fe, así como una comunidad cristiana de referencia, que les permita ejercer un «liderazgo virtuoso y eficaz», comprometido con la dignidad de todo ser humano: éste es el objetivo que persigue la ICLN que, según declara en su sitio web, no se dedica a hacer lobby ni activismo político y opera según los principios de independencia, no partidismo y confidencialidad de la Chatham House Rule.
«Vivimos tiempos de colapso del liderazgo moral, de ausencia de responsabilidad política y de rápido declive de una legislación justa», señala la misma página web, que explica que hoy en día es necesario formar líderes «independientemente de la afiliación política» de las personas. El objetivo es educarse para servir al país defendiendo las normas éticas y profesionales más elevadas.
Fuente: aica.org