La movilización habitual de los miércoles fue escenario de violencia, con la participación de barras bravas y grupos de izquierda. Patricia Bullrich reforzó el operativo de seguridad con las cinco fuerzas federales.
La tradicional marcha de jubilados frente al Congreso de la Nación se vio empañada por graves incidentes y destrozos, luego de que grupos de barras bravas y organizaciones de izquierda se sumaran a la movilización. El Ministerio de Seguridad de la Nación desplegó un fuerte operativo, aplicando el protocolo antipiquetes, pero los enfrentamientos no pudieron evitarse.
Los primeros choques se produjeron en la calle Rivadavia, frente al Congreso, donde manifestantes y efectivos policiales se enfrentaron. El uso de gases lacrimógenos por parte de la policía generó una atmósfera de tensión en la zona, afectando incluso a locales cercanos.
A medida que avanzaba la tarde, la violencia se intensificó. Se registraron destrozos en la vía pública, y los manifestantes arrojaron piedras y otros objetos contundentes a los efectivos policiales. La presencia de barras bravas exacerbó la situación, generando un clima de mayor tensión.

Como resultado de los incidentes, cuatro personas fueron detenidas: dos en calidad de detenidos y dos aprehendidos. El operativo de seguridad, que contó con la participación de más de 850 efectivos de las cinco fuerzas federales, buscó mantener despejada la zona y evitar mayores disturbios.

A pesar de los esfuerzos de las fuerzas de seguridad, los incidentes continuaron durante varias horas. Se produjeron nuevos enfrentamientos en diferentes puntos de los alrededores del Congreso, y la policía debió utilizar camiones hidrantes para dispersar a los manifestantes.

La jornada de protesta dejó un saldo de graves destrozos y un clima de tensión en la zona del Congreso. Las autoridades continúan investigando los incidentes y evaluando los daños ocasionados.
