Juan 18, 1 — 19, 42: Pasión de nuestro Señor Jesucristo

Juan 18, 1 — 19, 42: Pasión de nuestro Señor Jesucristo

Hoy, Viernes Santo, más que nunca debemos callar, tenemos que meditar, tenemos que hacer silencio, tenemos que rezar. Hoy es Viernes Santo. El Señor se entregó por nosotros en la cruz, por vos y por mí, y murió de la peor manera imaginable para un hombre de ese tiempo.

La Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan que se lee en las celebraciones de hoy es demasiado larga para un audio, por eso te propongo que puedas leerla y rezarla por tu cuenta, que puedas meditarla, no te canses (capítulo 18 entero y capítulo 19 hasta el versículo 42 del Evangelio de Juan). Anímate a leerla. Es inagotable la riqueza al contemplar la Pasión de Jesús. Todos los santos, o te diría por lo menos los grandes santos, aquellos que llegaron a grandes cosas, siempre aconsejaron lo mismo. Todo está en la Pasión, todo brota desde ahí.

Si miramos a Jesús en la cruz, con sus pocas palabras, con sus silencios, nos alimentaremos de una forma que jamás imaginamos. Cada palabra, cada gesto, cada silencio de nuestro Salvador, cada actitud que tuvieron para con él, cada actitud que tuvo él para con los demás. Los indiferentes, los curiosos, los amorosos que estuvieron por ahí, al pie de la cruz, todo nos dice algo. Su actitud desde la cruz, su trono, sus silencios ante Pilato, sus miradas. Todo nos dice algo, todo te puede decir algo en este día. Por eso, si volvés a leerla, te va a decir algo más, te aseguro. Si podés tomarte un tiempo para rezar, para poder estar en tu casa tranquilo, en silencio, o en un templo, con la Biblia en tus manos, disfrutando de pasar cada hoja de la Palabra de Dios, de la Palabra más fuerte que nos dice nuestro Señor: «te amo» desde la cruz y poder volver a meditar la Pasión, es el día para hacerlo, no hay otro día tan especial como este para volver a contemplar tanto amor de nuestro Maestro en la cruz por nosotros.

Este audio va a ser sencillo, no vamos a desmenuzar mucho el texto, solamente quería invitarte a hacer lo que deberíamos hacer naturalmente. El Viernes Santo es el día en el que se nos invita al silencio, ese silencio que empezó ayer a la noche con la Misa de la Cena del Señor, pero que hoy continúa hasta la Vigilia Pascual. ¿Pudiste hacer silencio en estos días? Porque solo el silencio interior y exterior nos ayudará a contemplar y a poder llorar verdaderamente ante la cruz, ante nuestro Señor clavado por nosotros. «El silencio, decía un gran santo, es música callada, música callada de Dios, que nos habla al corazón». Como pasó en la vida de Jesús cuando quedó solo en la cruz, como pasó siempre en la historia de la Iglesia y seguirá pasando, en la Pasión siempre hay menos gente. Siempre.

El Crucificado se queda solo, ante la fiesta todos lo acompañaron; ahora en la cruz muchísimos se van y lo dejan solo. El Crucificado es escándalo para un mundo que quiere el éxito a toda costa, para un mundo que es capaz de vender su alma por un poco de poder, o vender a Jesús, como Judas, por un poco de dinero. El Crucificado –Jesús– es una necedad para un mundo que ahora en su mayoría está en otra cosa, disperso, con más tiempo para distraerse y perderse lo mejor. Y al mismo tiempo, ¿cuántos cristianos viven estos días con el corazón en otra cosa? ¡Pobre nuestro buen Jesús! ¡Pobre Jesús que sigue sufriendo por tanta falta de amor! Él sigue solo gritando desde la cruz: «Tengo sed. ¡Tengo sed de que tengan sed de mí!». Esa es la gran sed de Dios, de un Dios hecho hombre por nosotros. Todavía su amor infinito no tocó nuestros corazones. No importa. No importa que seamos los de siempre, los menos, siempre poquitos y también pecadores. Somos la pequeña familia de Dios Padre que desea seguir enamorándose de tanto amor manifestado en Jesús su Hijo; y mientras tanto rezamos por todos, esa es nuestra tarea, nuestra misión: rezar por todos. Tenemos que salir, terminar esta Semana Santa con más amor, no puede ser lo mismo de siempre. Sigamos haciendo silencio, sigamos ayunando un poco para poder estar sensibles a tanto amor. Hoy un poco de ayuno y abstinencia no nos va a hacer mal. Aprovechemos a estar con él en el silencio.

El Crucificado tiene que ser nuestra sana obsesión en estos días, nuestra obsesión de amor. Si lo miramos fijo, si nos arrodillamos frente a él, él con la fuerza de su gracia nos ayudará a enamorarnos más y más. Solo así nuestra Semana Santa tendrá verdadero sentido. Si estás sufriendo mucho, miralo fijo, mirá un crucifijo, tómalo en tus manos, fuerte, bésalo. Si estás insensible al amor, mirá a tu Salvador, porque él te va a enternecer el corazón. Mirá la cruz, adorá la cruz desde tu casa. Si estás anestesiado por este mundo superficial y consumista, mirá a Jesús, él te va a ayudar a mirar con más profundidad la vida. Si estás esclavizado por algún vicio, algún pecado, míralo a Jesús, él te va a poder sacar con su amor. Si estás enredado en tu orgullo que no te deja perdonar, mirá a Jesús, que él desde la cruz perdona a todos y te ayudará a perdonar. Si estás viendo sufrir a alguien y eso te hace sufrir mucho, miren juntos a Jesús para poder tener la misma mirada que él ante los que sufren. Todas las respuestas a nuestras preguntas las vamos a encontrar en Jesús amándonos desde la cruz. Esa es la respuesta a todas nuestras preguntas: Jesús desde la cruz.

Mirémoslo fijo, es lo mejor que podemos hacer hoy… hasta mañana, cuando lleguemos a la Vigilia Pascual, pero no podremos resucitar si antes no pasamos por la cruz mirando a nuestro buen Jesús.

Fuente: Algo del Evangelio

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