El mandatario y el sumo pontífice se encontrarán a solas en el Vaticano luego de que se saludaran efusivamente en la ceremonia de canonización de Mama Antula.
El abrazo que el presidente Javier Milei le dio a un Papa Francisco sonriente y bromista tras la canonización de la primera santa argentina, sirvió, antes de la reunión que tendrán este lunes, para descomprimir una relación que venía siendo tensa tras las duras críticas del libertario al pontífice y alguna que otra referencia punzante a él -sin nombrarlo- por parte de
Jorge Bergoglio.
En rigor, el pasado empezó a quedar atrás en el tramo final de la campaña, cuando Milei se disculpó y Jorge Bergoglio se mostró indulgente al decir que no hay que tomar muy en cuenta las cosas que se dicen en campaña. Pero sobre todo luego de la amable conversación telefónica -lejos de todo formalismo- que mantuvieron 36 horas después del triunfo del libertario.
Diluida la expectativa sobre el clima de la reunión, el interés pasa a centrarse en los temas que abordarán, entre los que se descuenta la cuestión social porque Milei quiere abordarlo y porque constituye una permanente preocupación del Papa frente a una situación que viene deteriorándose desde hace años, pero que el ajuste que puso en marcha el gobierno lo agrava.
Una situación que sumó un roce del gobierno con la Iglesia en las últimas semanas a partir de un cambio en la modalidad de asistencia a los más necesitados por parte del Estado -particularmente en materia alimentaria-, como quedó evidenciado en una par de fuertes comunicados que la Conferencia Episcopal y Cáritas difundieron en la última semana.
El conflicto comenzó a poco de la asunción del nuevo gobierno ante la decisión del ministerio de Capital Humano que encabeza Sandra Pettovello de modificar el sistema de suministro de alimentos no perecederos a los miles de comedores comunitarios gestionados por la Iglesia católica, las iglesias evangélicas, los movimientos sociales y las ONG.
El ministerio dispuso reemplazar su envío por la entrega de una tarjeta de compra de la mercadería a quienes se desempeñan en esos comedores, previo reempadronamiento. El problema -según denunció la Iglesia el lunes pasado- es que
adse cortó el envío de los alimentos, sin haber entrado en vigencia todavía el nuevo sistema. Esto se está produciendo -destacan fuentes eclesiásticas- en momentos en que la mayoría de los comedores escolares no están funcionando por el receso veraniego.
Además -dicen-, la nueva modalidad puede complicar a muchos comedores, entre otras cosas por falta de logística para trasladar los alimentos. El conflicto se agravó porque el gobierno decidió entregarle dinero a la Iglesia católica -a través de Cáritas- y a los evangélicos -a través de su principal organización, la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (ACIERA)- para la compra de alimentos destinada a los comedores que gestionan en todo el país.
La movida fue vista por los obispos como una manera de dejar de lado a los movimientos sociales, que también gestionan comedores. Más allá de aquellos dirigentes sociales que buscan un rédito político o económico, la Iglesia cree que hay muchos movimientos sociales que cumplen bien su labor solidaria. Por eso, se sintieron usados y en un nuevo comunicado aclararon que el convenio firmado con el ministerio de Capital Humano no los convierte en “interlocutores únicos” en la ayuda a los más pobres.
Y advirtieron que la pobreza “no admite miradas sesgadas, prejuicios ideológicos y peleas sectoriales”. Además, dicen en el comunicado, “nadie puede asumir la cantidad y complejidad del trabajo social de manera individual y es por eso que insistimos en integrar a todos aquellos que con enorme sensibilidad atienden a los pobres y que también se les dé la ayuda necesaria”.
Milei le había anticipado sucintamente sus proyectos sociales al Papa durante la conversación telefónica y luego dispuso que viniese a Roma la ministra Pettovello, aunque la funcionaria solo podrá saludar al pontífice tras la audiencia a solas con el presidente. Lo que está claro es el anhelo del Papa de que las cargas del ajuste se repartan equitativamente. Pero la preocupación del Papa
adno se limita a lo social. El carácter volcánico del libertario también lo inquieta y teme por un aumento de la conflictividad.
Es sabido que desde la crisis de 2001 el entonces cardenal Jorge Bergoglio y luego como Papa y toda la Iglesia argentina vienen bregando por el diálogo y la búsqueda de consensos para la superación de la grave crisis que aqueja a la Argentina. Pese a contar con pocos legisladores y ningún gobernador, Milei no solo mostró escasa voluntad negociadora ante la llamada Ley Ómnibus, sino que no para de descalificar severamente a los que la rechazaron o quisieron introducir cambios.
”No negocio con ladrones”, dijo este fin de semana ante una consulta sobre el aliento del Papa al diálogo. Y tras citar el séptimo mandamiento (“No robarás”) completó: “No creo que Francisco esté de acuerdo en que se negocie con ladrones”. Este domingo, la preocupación del Papa por la grieta se deslizó en la canonización cuando se oró para que Dios “inspire a nuestros gobernantes la sabiduría del diálogo y la voluntad de contribuir al bien común, superando lo que divide y buscando lo que une”.
Por lo demás, Milei espera que su encuentro con Francisco -al que acaba de considerar “el argentino más importante de la historia”- allane la demorada visita del pontífice a su patria. Después de pensar en abril, Jorge Bergoglio habló como posibilidad de que el viaje se concrete en el “segundo semestre”.