Artífice de una destacada carrera política, llega al balotaje en busca una pacificación del país y poner por encima de todo los intereses nacionales. En su doble rol de ministro y candidato, supo cosechar adhesiones de distintos sectores durante la campaña para poder llevar adelante su mayor desafío: llegar a la primera magistratura del país para gestar una «nueva etapa política» de la Argentina.
Tras haber sido consagrado como el candidato de unidad del peronismo, Sergio Massa se enfrenta al mayor desafío de su larga vida política: llegar a la primera magistratura del país y comandar, desde allí, lo que él mismo dio en llamar una «nueva etapa política» de la Argentina basada en la «unidad nacional».
El diseño institucional que el ministro y aspirante a la presidencia por Unión por la Patria tiene en mente en caso de ganar el balotaje prevé la incorporación al Gabinete de figuras de diversas procedencias partidarias que, según el propio Massa, serán designadas de acuerdo a trayectorias y capacidades personales («el Gobierno de los mejores») y no por un criterio de negociación entre fuerzas políticas.
Massa quedó consagrado este año como candidato del peronismo y, tras haberse medido con Juan Grabois en las PASO, llevó adelante una campaña profesionalizada que fue sumando anuncios para la paliación de problemas económicos concretos.
Entre las medidas más resonantes del último tramo de la campaña, luego de una tensa negociación con el FMI, estuvieron la devolución del IVA para productos de la canasta básica, la eliminación del Impuesto a las Ganancias en la cuarta categoría sancionado por ley, el alivio fiscal para autónomos y pymes, también aumentos y suma fija para jubilados y trabajadores.
Esa recuperación del poder adquisitivo se tradujo en un apoyo que lo depositó en el primer lugar de las elecciones de octubre, con 36,78% de los votos de acuerdo al escrutinio definitivo; detrás quedaba el libertario Javier Milei, con los 30 puntos que había conseguido en las PASO -29,99 según el recuento definitivo-, y con quien este domingo se medirá en el balotaje.
Ahora Massa afrontará aquello para lo que se preparó mucho tiempo (y para lo que muchas voces del peronismo lo consideran el dirigente acorde a esta etapa): llegar a la primera magistratura y comandar, desde ahí, lo que él mismo dio en llamar una «nueva etapa de la vida política» del país.
Una larga carrera política
El ministro de Economía nació en el municipio de San Martín en 1972 y, un año antes de cumplir 30, contrajo matrimonio con Malena Galmarini, procedente de una familia con linaje peronista, cuyos padres, Marcela Durrieu y Fernando «Pato» Galmarini, habían tenido un desempeño en la política tanto en el Congreso como en la gestión pública.
Massa pasó en su juventud por la UCeDé e incluso llegó a ser el presidente de la agrupación juvenil del partido, pero luego ingresó al peronismo apadrinado por la dirigente Graciela Camaño, una suerte de «madrina política» y quien en los últimos días reapareció públicamente para pedir el acompañamiento al candidato.
En aquellos tiempos Massa consolidó también un vínculo con Ramón «Palito» Ortega, de quien fue asesor y por quien asumió una banca de diputado provincial en la Legislatura bonaerense.
En 2001, tras la boda con Malena, se mudó a Tigre, donde reside en un barrio privado: con el tiempo se convirtió en uno de los hinchas más famosos de la institución deportiva de AFA con más arraigo en la zona, el Club Atlético Tigre, «El Matador», con estadio en la localidad lindera de Victoria y del que llegó a ser dirigente y vocal.
Massa tiene dos hijos, Milagros y Tomás, el segundo ‘futbolero’ como el padre y con intereses en las redes sociales y las nuevas tecnologías.
El rol en la función pública que le hizo ganar notoriedad a Massa fue su desempeño al frente de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), que comenzó durante la presidencia provisional de Eduardo Duhalde y donde luego fue revalidado por Néstor Kirchner.
Esa actuación, y su presencia activa en los medios, le granjearon el apoyo de sectores de la tercera edad, lo que le valió ser incorporado a la lista de diputados nacionales en las elecciones legislativas de 2005, cuando Cristina Fernández de Kirchner enfrentó a ‘Chiche’ Duhalde para la categoría de senador.
En 2007, Massa se postuló a intendente de su ‘pago chico’ por el Frente para la Victoria y logró destronar al histórico dirigente vecinalista Ricardo Ubieto en una elección disputada: se impuso por cinco puntos, 46% a 41%.
A su asunción asistieron Néstor Kirchner y la entonces presidenta electa, Cristina Fernández, que lo valoraban y lo consideraban intrépido.
Kirchner, por entonces, lo había sumado a los partidos de fútbol que de manera regular se jugaban en la quinta de Olivos, para luego proseguir la «rosca» en los quinchos.
Dos años después, tras el conflicto por las retenciones móviles, Massa alcanzó su momento de mayor centralidad en el kirchnerismo: fue designado jefe de Gabinete para reemplazar a Alberto Fernández, con quien años después -ambos ya enfrentados con Cristina Kirchner- establecería una relación de relativa confianza y periódica discusión política.
Tras su etapa como jefe de Gabinete, en 2011 volvió a Tigre y logró la reelección.
Dos años después, para las elecciones legislativas y luego de meses de amague, Massa decidió romper con el kirchnerismo para lanzar el Frente Renovador, en el que sumó a radicales, industriales y extrapartidarios.
Ganó esos comicios y se proyectó como presidenciable para la renovación del peronismo.
Ya convertido en un paladín del antikirchnerismo, en 2015 compitió para presidente por fuera de la estructura del PJ y salió tercero, lejos de la polarización que protagonizaron el entonces gobernador bonaerense Daniel Scioli y Mauricio Macri, en aquel momento jefe de gobierno de CABA, quien terminaría resultando ganador.
La famosa «grieta» le había quitado posibilidades a la propuesta de Massa, quien durante esa campaña había convocado a la sociedad a transitar por la «ancha avenida del medio».
Dos años después, en las elecciones parlamentarias de 2017, Massa volvería a presentarse como candidato -esta vez a senador nacional por Buenos Aires- y quedó nuevamente tercero, detrás de Esteban Bullrich, postulante de Cambiemos, y de la propia Cristina Fernández de Kirchner.
La historia cambiaría para Massa en 2019: en una larga negociación que incluyó una reconciliación previa de Alberto Fernández con Cristina y el kirchnerismo, Massa aportó la estructura del Frente Renovador para alumbrar la creación del Frente de Todos (FdT). Nacía una sociedad de a tres.
En reconocimiento a su rol, el flamante oficialismo lo eligió presidente de la Cámara de Diputados, cargo en el que fue ratificado por unanimidad por todos los legisladores, y donde su objetivo fue facilitar una convivencia cordial en el Parlamento.
Hasta que en julio de 2022 fue designado ministro de Economía al frente de un «superministerio» que incluiría Desarrollo Productivo; Agricultura, Ganadería y Pesca, la Aduana y la unificación de Comercio Interior y Comercio Exterior.
Desde ese lugar se proyectó para gestionar la crisis derivada de la deuda macrista con el FMI, la pandemia y la sequía y fue fortaleciendo su perfil, lo que le valió el apoyo de amplios sectores del peronismo (gobernadores, sindicalistas, movimientos sociales) para ser el candidato único del frente rebautizado Unión por la Patria (UxP).
Quizás algo en ese nombre ya presagiaba el objetivo de cerrar la grieta, buscar una pacificación del país y poner por encima los intereses nacionales a través de un nuevo gobierno de unidad.