El presidente Javier Milei utilizó el cierre de un encuentro de líderes de La Rural, un espacio históricamente vinculado a los sectores de mayor privilegio, para ratificar el rumbo de un plan económico que, según las organizaciones sociales, atenta contra la soberanía nacional y la clase trabajadora.
Lejos de rendir cuentas al pueblo, el mandatario defendió el brutal ajuste fiscal disfrazándolo de «equilibrio». Milei intentó desviar la atención de sus propias medidas de miseria al disparar contra su antecesor, Mauricio Macri, asegurando que el supuesto «recorte de 15 puntos del PBI» es una hazaña. Sin embargo, esta cifra no hace más que reflejar el desfinanciamiento y el abandono de áreas clave del Estado que impactan directamente en la vida de los argentinos y en la soberanía económica.
La comparación con Macri es una maniobra política para evadir la responsabilidad sobre el daño social y económico que genera el plan actual.
En un gesto de profundo cinismo, Milei afirmó no trabajar para «tres o cuatro atorrantes del círculo rojo», pese a que su discurso fue dirigido precisamente a los grandes empresarios que se benefician de la destrucción del aparato productivo y la reducción del Estado.
Mientras la promesa de «terminar con la inflación» se mantiene en el discurso, la flotación administrada del tipo de cambio sigue afectando la capacidad de compra de los salarios. El Presidente vinculó cínicamente su futuro político a los «resultados» para 2027, planteando el destino del pueblo argentino como un «contrato» de gestión cuyo único beneficiario parece ser el Fondo Monetario Internacional y los grandes capitales. Sus palabras confirman que la ideología neoliberal está por encima del bienestar nacional.
