Rubén Docampo trabajó para chicos y adolescentes como ilusionista en hogares, refugios, escuelas, clubes, sociedades de fomento de diferentes secretarías de cultura de Neuquén, Lanús y la Casa del Niño de Almirante Brown.
Usaba la ilusión y su verborragia para acercarse y fascinar a los niños. Pero cuando llegaba a su casa se convertía en un ser oscuro que no solo aterrorizaba a quien llamaba “sus amadas hijas”, además abusaba de ellas y las sometía a la servidumbre. Esta es la historia de quien se hacía llamar “El Mago Arlequín” y durante tres décadas recorrió decenas de hogares, refugios, escuelas, clubes, comedores, sociedades de fomento donde presentaba sus shows y hasta dictaba clases a menores de edad.
Desde comienzos de 2022 Rubén Abel Docampo, de 51 años, ya no puede hacer magia. Está preso por abusar de la hija de su última pareja, Debora Decurnex, en el Penal de Sierra Chica, -el mismo donde en 1996 se dio aquel trágico motín de Semana Santa y donde supo permanecer tras las rejas el mítico asesino Carlos Robledo Puch-, después de que para fines de dicho año lo condenaran a la pena de ocho años y medio de prisión efectiva en un juicio abreviado que evitó el debate oral por “abuso sexual gravemente ultrajante por tratarse la víctima una menor de edad y aprovechando la situación de convivencia preexistente como así también de resultar su guardador ocasional al momento de los hechos”
Este tipo de juicio permite un acuerdo entre el acusado, defensora o defensor, la fiscalía y la víctima querellante. Es una herramienta que aporta celeridad donde el imputado admite la culpabilidad y acepta los cargos y la sentencia. En delitos de orden sexual evita que la víctima se vea obligada a revivir lo sufrido como ocurre en los debates orales donde vuelven a detallarse hechos y pruebas. Además, la condena queda firme sin posibilidad de apelación y el victimario debe cumplirla hasta el último día.
Apenas lo detuvieron y mientras permaneció unos meses con prisión preventiva, Docampo solicitó la morigeración de la medida de encierro buscando que le concedieran una domiciliaria argumentando que padecía “Diabetes tipo II, hipertensión arterial, colesterol y ataques de pánico, que no recibía intramuros el tratamiento y la medicación adecuada, y que las condiciones de alojamiento no eran aptas para alguien con dicho cuadro de salud”.
La petición fue denegada por varios motivos:
1) Según surge del legajo médico Docampo cuenta en la cárcel con la debida contención sanitaria que su estado de salud precisa.
2) El domicilio propuesto para la morigeración no era idóneo por la cercanía que existiría con la víctima y porque la persona que estaría a cargo es Debora Decurnex pareja del encausado y madre de la niña en cuestión.
3) Se tuvo en cuenta además “la gravedad de los hechos endilgados a Docampo y la dificultad que ha tenido la justicia para dar con él y lo que se presenta como una escasa colaboración con el proceso. Según surge del Sistema Informático del Ministerio Público el 7 de mayo de 2021 se solicitó la averiguación de paradero y su comparendo compulsivo de manera virtual. Luego de ello, consta que no se conectó a las entrevistas fijadas por la Asesoría Pericial lo días 26 y 28 de abril de 2021 y 10 y 14 de septiembre de 2021. Y un informe de la fiscalía interviniente da cuenta que el 13 de septiembre de 2021 trató de contactarse telefónicamente con él sin lograr hacerlo”.
4) Por último, se citó “la Convención de sobre los Derechos del Niño, que nuestro país ratificó mediante la ley 23.849 y establece en su artículo 19.1 que ‘Los Estados Parte adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentra bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo’, y en su art. 34 dispone: ‘Los Estados Parte se comprometen a proteger al niño contra todas las formas de explotación y abusos sexuales’”.
Así, Rubén Abel Docampo recién podrá volver a la libertad en agosto de 2030. Pero, ¿quién es el Mago Arlequín? Él mismo lo contó en el expediente que tramitó su causa: “Hace treinta años que trabajo con niños en diferentes secretarías de cultura. Trabajé en Neuquén con Jorge Sobisch, en Lanús con Quindimil (Manuel). Hacía shows de mago e ilusionista para el municipio como así también daba talleres de teatro e ilusionismo para chicos y adolescentes en barrios de emergencia y comedores como así también en Casa de la Niñez de Almirante Brown”.
Docampo vivía en Burzaco junto a su mujer, Alejandra Fresco, y sus hijos, Federico, Casandra y Milagros hasta que conoció a Débora Decurnex y en 2011 se mudó con ella a su casa de Villa Adelina. Débora también tenía a sus hijas menores de edad, a las que por cuestiones legales y para preservarlas, sus identidades se mantendrán en reserva y solo se las citará con las iniciales “A” y “K”.
Todos juntos conformaron una familia que nunca ensambló, al contrario. Por entonces Casandra era la mayor y tenía apenas 15 años. La situación era insostenible para los cinco hijos que sumaban ambos. Hasta que un día, cuando Milagros y la niña “K” estaban yendo a hacer compras sucedió una confesión determinante, así relatada en la causa, que llevó al mago a prisión: “En un momento dado ésta última (”K”) le manifestó a Milagros de forma tan inesperada como espontánea: ‘No aguanto más, no quiero volver a casa porque papá me violó’. Ante lo cual le pidió que fuera más específica en cuanto a lo que le pasó, y la menor, sólo le contestó ‘que su padre había llegado a todo’ (sic). Y que ello habría ocurrido cuando tenía seis años hasta sus ocho años de edad. Asimismo, le preguntó si la había penetrado, y sólo asintió con la cabeza de forma afirmativa, luego de lo cual estalló en llanto y no quiso hablar más del tema”.
Desesperada por la confesión que había escuchado de su hermanastra, Milagros comentó lo que sucedía a miembros del grupo “Atravesados por el femicidio”, que nuclea y contiene a familiares que padecieron pérdidas irreparables. Allí la conectaron con Iris Gallardo, especialista en capacitación sobre derechos de la mujer y voluntaria que asiste a víctimas de violencia de género, quien la escuchó, la contuvo y le indicó los pasos a seguir. De inmediato junto a un equipo de trabajo supervisado por el doctor José María Nasra, profesional que se conmovió y se comprometió con el caso, el 7 de julio de 2020 Milagros acompañó a su hermanastra a realizar la denuncia correspondiente. Antes se había presentado en dos comisarías, la 8 de Villa Adelina y la de la Mujer. La niña brindó detalles aberrantes. Relató que ocurría cuando su madre la trasladaba a la habitación matrimonial donde quedaba al cuidado de Rubén Docampo: “Me dejaba en la cama de ellos, yo estaba durmiendo, sentía que me despertaban, que me tocaban, me enojaba y me quería ir y la puerta la trababan, así que no podía salir, quería dormir, me corrían, trataba de dormir y me despertaban”. Explicó que la pareja de su madre: “la tocaba en sus partes ‘íntimas’, aclarando luego que se trataba de sus partes ‘de arriba’ y ‘de abajo’, y que esto lo realizaba por dentro de sus prendas, como así también que aquél (Docampo) colocaba las manos de la víctima en sus genitales para que lo tocara en sus partes, me tapaba, me destapaba… la agarraba, la sacaba, yo no miraba”.
Del informe médico policial surge que la Dra. Cecilia Aguirre constató que la menor “pudo haberse encontrado en situación de abuso por parte de un masculino conocido hace seis años aproximadamente”. La licenciada en psicología Sonia Oettel informó que “es una niña que presenta un desarrollo psicofísico esperable para su edad. No mostró impedimentos a la hora de desprenderse de su hermana y mantener una entrevista a solas con quien suscribe. Se ajustó al encuadre y se manejó con autonomía, con mucha desenvoltura. Logró establecer una buena vinculación con quien suscribe y relacionó su presencia en esta sede con el tema de autos sobre el cual se manifestó con claridad, coherencia y enojo. Reportó un cuadro abusivo sin penetración que tuvo lugar entre sus 6 y 8 años el que tuvo lugar en la casa en la que vivía con su madre y el denunciado y que consistió en tocamientos en sus partes íntimas por debajo de sus prendas. Por su parte el denunciado la obligaba a hacer lo propio con sus genitales. Informó que su hermana Milagros fue la primera persona a la que le confió lo ocurrido”.
El testimonio de la niña “K” fue complementado con la declaración testimonial prestada por Carolina Natalia Macarrone, vecina de la casa donde vivían en Villa Adelina, quien sostuvo que: “le contó que Rubén Docampo se le tiraba encima, la besaba en el cuerpo, le tocaba los pechos. Que ella sentía como que en su ropa y su cuerpo caía un líquido pegajoso y que ha concurrido al colegio con esas manchas, que no supo decirle si fue penetrada por parte de Docampo, pero le dio a entender que le introdujo los dedos en su vagina, porque cuando se lo contó le dijo que le había dolido. Que ella era chiquita y que como se le tiraba encima y no podía zafarse, le contó que Débora la llevaba dormida al cuarto matrimonial y la dejaba en la cama con Docampo. Además le confió que eso pasó varias veces siempre en la habitación matrimonial de la vivienda cuando ella tenía entre 6 y 8 años. Que luego ella no se dejó más, que también le contó que la buscaba, que la molestaba llamándola, diciéndole que se sentara a upa, y ella ya sabía lo que le iba a suceder, la iba a tocar en sus partes íntimas. Que la tocaba por arriba y por debajo de las prendas, que no le sacaba la ropa”.
Una evaluación psicológica sobre la menor efectuada por la licenciada Dolores Buitrago resultó tan clave como concluyente: “A través de un discurso implicado da cuenta de una historia familiar ligada a los maltratos por parte de su madre como así también a los excesos tanto de ella en cuanto al consumo de sustancias tóxicas como por parte de su pareja Rubén quien también consumía y la llevaba a su cama donde ocurrían los hechos denunciados en autos. Guardando el secreto durante siete años dado el temor a la desintegración familiar, pero en especial al descreimiento por parte de su madre, resalta que Rubén también la amenazaba si hablaba”.
La profesional además precisó que “del análisis de las entrevistas y del material de prueba administrado se puede señalar que es una joven abierta y espontánea. Presenta un adecuado nivel de comprensión y expresión de ideas. Su juego es con escasa simbolización, advirtiendo indicadores de arrasamiento defensivo. Su nivel intelectual impresiona dentro de la media de su edad, con grandes indicadores emocionales de relevancia que hacen de su rendimiento sea por momentos por debajo de lo esperado para su edad cronológica. En su relato no se evidencian invasión de la fantasía ni alteraciones de la memoria. No presenta síntomas en su funcionamiento individual que puedan dar cuenta de sintomatología psiquiátrica.”
Concluye que “en función de lo evaluado y articulados con los indicadores obtenidos durante el proceso de evaluación psicológica, los mismos podrían ser compatibles con manifestaciones del psiquismo de haber padecido situaciones traumáticas encontrándose asociados a los hechos denunciados en autos. Se sugiere fuertemente que realice psicoterapia”.
Para preparar y sustanciar la denuncia, Milagros le aportó al doctor Nasra detalles sorprendentes acerca de todo lo que padecían en la casa. Por ejemplo que la pareja mantenía relaciones sexuales delante de las hijas de Debora, que consumían estupefacientes, que las mandaban a pedir comida a pesar de que ambos tenían sus sueldos, ya que él trabajaba en la Municipalidad de Almirante Brown y ella en la de Vicente López. Que también les pegaban y las dejaban con marcas, y a menudo las obligaban a ir a comprar droga a la Villa Korea de San Martín. Que las obligaban a cocinar, a hacer la limpieza, que tanto Docampo como Decurnex, primero comían ellos, y si algo sobraba se lo daban a sus hijos. Ante tal situación tanto Milagros como Casandra decidieron escapar de la casa porque ya no aguantaban más lo que sufrían.
Casandra, hoy con 28 años, habló la semana pasada en @elextremo_radionline, que se emite por streaming en Youtube y ratificó todo lo que padecieron sus hermanas y ella misma: “Docampo, mi progenitor empezó a demostrar su violencia con mi mamá, Alejandra Fresco, a quien llegó a quebrarle las piernas a golpes con un pistolón. La misma arma con la que a mí me gatilló en la rodilla. Él me inició en el consumo de cocaína a los 15 años obligándome a probar. Se iba a dormir la siesta con mi hermanita y pedía expresamente que nadie entrara ni lo molestara, cerraba la puerta. A mí me toqueteó cuando tenía 10 años. A los 19, me animé a denunciarlo después de todo lo que nos hizo pero no pasó nada con la causa. Cuando se enteró me dijo: “Cuidate cuando llegues porque tengo la mortaja para vos”. Después también lo hicimos por amenazas porque nos juró a mi mamá y a mí que nos iba a matar. El doctor Nasra fue fundamental para lograr que lo condenaran. También nos ayudaron en la Escuela Media 2 Luis Vernet de Villa Adelina donde nos desmayábamos porque casi no comíamos. Pasamos momentos muy difíciles. En su locura a mí él no me dejaba salir, me controlaba todo, si usaba pollera corta, era insoportable y violento. Me decía que yo era de él, que no iba a ser una puta como mi mamá. Para darme permiso me exigía plata. Ejercía violencia y odio hacia todos. Lo increíble era que tenía la denuncia de abuso y lo seguían contratando como mago. Tenía dos caras. Más de una vez tuve miedo de que me matara. Cuando volvía a la casa sentíamos terror. Me obligaba a que le diera la mitad de mi sueldo para comprar droga. Yo pido que también se haga justicia con Débora, quisiera que ella también fuera presa porque era su cómplice. Lo peor de todo fue que trabajó siempre cerca de chicos como mago”.
Además de la magia, Rubén Docampo tenía otro hobby, la radio. En el desarrollo de la causa puede leerse como se definía a sí mismo: “soy una persona radial, soy actor, tengo programa en 89.1 FM Popular. Se llama Bajo Cero y sale desde un estudio que queda en la localidad de Claypole, pero en la pandemia lo he hecho desde mi casa”.
Con su locuacidad habitual también se acercaba a las mujeres, las contactaba a altas horas de la noche con la excusa de que estaba produciendo su próximo envío, y sonreía a manera de burla cuando se calificaba como “feministo”.
En el momento que le tocó contestar preguntas comprometidas del fiscal Marcelo Fuenzalida de la Unidad Funcional de Instrucción Violencia de Género San Isidro, de gran compromiso impulsando el expediente, y del abogado de la víctima José María Nasra, no le sirvió ser mago:
—¿Consume cocaína?
—Sí, he consumido en forma mínima, y sí, en los 90 he probado cocaína.
—¿En alguna oportunidad durmió con la niña en cuestión en la misma cama?
—He dormido con todos mis hijos y con Débora en la misma cama.
Hoy se presenta como Rubén Docampo en el programa de radio que hace desde el penal de Sierra Chica, en Olavarría. En el sur del conurbano bonaerense donde solía desempeñarse ya no se lo identifica más como “El Mago Arlequín”. Ahora, después de que se conoció lo que hacía con sus hijas, Casandra, la mayor, lo rebautizó como “El monstruo de Almirante Brown”.