Getting your Trinity Audio player ready...
|
El protagonista de esta historia no solo soñó con el número ganador, sino que confió tanto en su intuición que, al despertar, fue directo a jugarlo en la lotería. Horas después, la suerte le cambió la vida para siempre.
Dormía tranquilo cuando un sueño lo sorprendió. Veía claramente el número ganador de la Quiniela y la sensación era tan real que, al despertar, no dudó un segundo. Lo anotó, fue hasta su agencia de confianza y lo jugó con fe absoluta, pero lo que parecía una corazonada más, terminó transformándose en un giro total de su vida.
Horas más tarde, la noticia llegó: ese número que había soñado salió sorteado y el premio era millonario. “Sabía que sucedería”, repitió una y otra vez, aun con los ojos llenos de incredulidad. Esto demuestra que, a veces, lo que parece una locura termina siendo un golpe de suerte inesperado.
Ricky Nunnery Jr., que vive en Sanford, venía arrastrando una sensación extraña desde hacía días. Había soñado que ganaba mucho dinero en la lotería y esa imagen se le quedó tan presente que no pudo ignorarla.
Con esa corazonada encima, fue hasta un local cerca de su casa y decidió probar suerte, como si ya supiera que algo importante estaba por pasar. No eligió cualquier juego, apostó al nuevo “$1,000,000 Triple Play” con un boleto de diez dólares.
Lo hizo como quien sigue una intuición fuerte, una especie de empujón interno que le decía que ese día podía ser diferente. Para sorpresa de todos, y tal vez no tanto para él, ganó el primer premio grande y se convirtió en el primer millonario del juego.
En lugar de cobrar el millón en cuotas anuales, eligió recibir un pago único de 600 mil dólares que, después de los descuentos impositivos, le dejó en mano unos 430 mil dólares. No era el monto completo, pero sí una suma que claramente podía cambiarle la vida de un día para el otro, y todo gracias a un sueño que le marcó el camino.
Cuando le preguntaron qué iba a hacer con la plata, no lo dudó ni un segundo. Su plan era simple, pero bien pensado: primero ponerse al día con algunas deudas que tenía pendientes hacía tiempo, y después empezar a invertir en algo que le permitiera tener estabilidad en el futuro.
No se volvió loco con la idea de comprarse cosas innecesarias ni soñó con lujos desmedidos, al contrario, quería aprovechar ese golpe de suerte con cabeza, porque sabía que oportunidades así no se dan todos los días.
Además, después de haber tenido un sueño tan claro que lo llevó directo a ese momento, sentía que había una especie de señal detrás de todo, y que la mejor manera de honrarla era usando la plata de forma tranquila, sin apuros y con los pies bien puestos en la tierra.