En una escalada sin precedentes de la doctrina de «presión máxima», el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha instruido a las Fuerzas Armadas para ejecutar una interceptación sistemática de buques petroleros provenientes de Venezuela. Esta medida, definida en los pasillos de Washington como una «cuarentena», busca asfixiar el flujo de divisas del régimen chavista sin disparar un solo proyectil.

La asfixia económica como arma principal

Fuentes de alto nivel en la Casa Blanca confirmaron que la estrategia es puramente económica, aunque el despliegue militar para la incautación de crudo envía un mensaje inequívoco. «El objetivo es utilizar primero la presión económica mediante sanciones para alcanzar el resultado que busca la Casa Blanca», afirmó un funcionario bajo condición de anonimato. La meta es clara: debilitar la estructura de poder de Nicolás Maduro antes de que termine el mes de enero, forzando concesiones que hasta ahora han sido rechazadas.

Voces de Washington: «Es un fugitivo»

El gabinete de Trump ha adoptado una retórica de confrontación directa. Dos figuras centrales lideran este frente:

• Marco Rubio (Secretario de Estado): Ha endurecido su discurso calificando abiertamente a Maduro como un «fugitivo» de la justicia.
• Kristi Noem (Secretaria de Seguridad Nacional): Fue contundente al declarar que el líder chavista debe abandonar no solo la presidencia, sino el territorio venezolano de manera inmediata.

La logística del bloqueo

La operatividad de esta orden ya está en marcha. En los últimos 30 días, las fuerzas estadounidenses ya han interceptado dos buques y mantienen la persecución sobre una tercera embarcación.

Impacto en la producción: Venezuela produce actualmente unos 700 mil barriles de crudo diarios. Al impedir su exportación, Washington golpea el corazón financiero del Palacio de Miraflores, cortando la principal fuente de ingresos que sostiene al aparato estatal y militar venezolano.

El horizonte de enero

Los analistas estadounidenses estiman que, de mantenerse este ritmo de incautaciones, el país sudamericano enfrentará una crisis de liquidez insostenible antes de febrero. Aunque la administración Trump asegura que «todas las opciones están sobre la mesa», la prioridad actual es que el colapso financiero interno sea el motor que obligue a Maduro a negociar su salida definitiva del poder.