Centró su homilía en la angustia y la esperanza.
En la VIII Jornada Mundial de los Pobres, el papa Francisco centró su homilía en dos realidades: angustia y esperanza. “Realidades, —aseguró— que siempre están combatiendo dentro de nuestro corazón”.
El Pontífice definió la angustia como “ese sentimiento extendido en nuestra época, donde la comunicación social amplifica los problemas y las heridas, haciendo que el mundo sea más inseguro y el futuro más incierto” y explicó que, “si nuestra mirada se limita solo a la narración de los hechos, prevalecerá en nosotros la angustia”.
Para ejemplificarlo, indicó que “actualmente vemos el hambre y la carestía que oprimen a muchos hermanos y hermanas; también vemos los horrores de la guerra y las muertes inocentes”. Frente a esta dura realidad, el sucesor de Pedro recordó que “corremos el riesgo de hundirnos en el desánimo y dejar pasar inadvertida la presencia de Dios dentro del drama de la historia”.