La multiplicidad de voces científicas que se expresaron sobre la exploración en vistas a la explotación de petróleo en aguas profundas frente a la costa bonaerense da cuenta una vez más cómo el sistema científico tecnológico argentino interviene y se compromete en los debates en torno a problemáticas económicas, sociales y ambientales.
En diciembre pasado, el Gobierno nacional autorizó, a través de la resolución 436/2021, la realización de estudios de exploración sísmica que servirán para evaluar si existe petróleo, en qué cantidades y con qué posibilidad de extracción en la denominada Cuenca Argentina Norte, ubicada a más de 300 kilómetros de la costa bonaerense.
Todo este proceso está en manos de un consorcio de empresas petroleras integrado por la noruega Equinor, asociada con la nacional YPF y la firma anglo-holandesa Shell.
La decisión generó debate en la sociedad y la comunidad científica no estuvo ajena a este intercambio de ideas y conocimientos.
La exploración offshore y el desarrollo industrial
La primera carta colectiva del ámbito científico fue del Grupo CyTA (Ciencia y Técnica Argentina) conformada por una veintena de investigadoras e investigadores de diferentes disciplinas como Adrián Paenza, Adriana Serquis, Alberto Kornblihtt, Ana Franchi, Andrea Gamarnik, Andrés Kreiner, Dora Barrancos, entre otras y otros.
En este documento de apoyo al proyecto, las y los autores expresaron que «el Estado y las organizaciones ambientalistas deben ser socios en la búsqueda de soluciones para un desarrollo que contemple la realidad y las prioridades de nuestro país».
«El inmenso drama que atraviesa nuestro país es el de la pobreza. Luchar para superar la pobreza implica dos frentes simultáneos: crecer industrializando y crecer incluyendo. Hay que industrializar para incluir e incluir para traccionar de la industrialización mediante la demanda de un mercado interno en crecimiento«, indicó a Télam el ingeniero mecánico Eduardo Dvorkin, uno de los autores de esta carta.
Dvorkin, actual presidente de Y-TEC (empresa de base tecnológica conformada por YPF y Conicet), señaló que «industrializar requiere disponer de energía y disponer de divisas ya que en un principio muchos equipos e insumos deberán ser importados por ser la nuestra una industria incompleta».
En este contexto, Dvorkin aseguró que, de encontrarse, «el petróleo offshore aparece como una oportunidad para disponer de grandes cantidades de petróleo y gas (P&G), que permitiría alimentar al desarrollo industrial, generar divisas exportando y ahorrar las divisas que hoy se usan para importar energía (por ejemplo GNL)».
El ingeniero sostuvo que «el modelo no es crear un enclave petrolero en el mar argentino que importe insumos y equipos y exporte P&G», sino que «al igual que lo que está haciendo YPF en Vaca Muerta, el offshore traccionará sobre una industria nacional que proveerá insumos y equipos y esto favorecerá la localización en el país de cadenas productivas».
Dvorkin aseguró que es posible el desarrollo de esta actividad «sin degradar el ambiente ni perjudicar el desarrollo de actividades locales como la pesca«.
«Noruega, un país de enorme y de acelerado desarrollo económico, apoya su economía en la pesca y la explotación de petróleo offshore. El liderazgo de YPF, empresa de bandera no sometida a la angurria de accionistas privados que exigirían ganancias rápidas a toda costa, es la garantía del proceso de producción offshore sin degradación del ambiente», señaló Dvorkin.
Consultado sobre el desarrollo de las denominadas «energías limpias» el ingeniero recordó que «Argentina está trabajando en el desarrollo de energías renovables, por ejemplo en Y-TEC estamos trabajando con la Universidad de La Plata y con Conicet en el desarrollo de las tecnologías requeridas para producir industrialmente celdas y baterías de litio y en la producción de hidrógeno verde y azul».
«Sin embargo -sostuvo- aún en los países de alto desarrollo industrial, la transformación de la matriz energética desde la actual preponderancia de los combustibles fósiles a una futura preponderancia de las energías renovables llevará no menos de 30 años y en ese período los combustibles fósiles seguirán siendo imprescindibles».
Voces en contra
Por otra parte, más de 500 investigadoras e investigadores también de diferentes disciplinas de todo el país entre los que se encuentran Maristella Svampa, Lucía Maffey, Guillermo Folguera, Gabriela Lichtenstein, Pablo Alabarces -y un largo etcétera- respondieron a esta carta y se manifestaron en contra del proyecto, argumentando un fuerte impacto ambiental ya desde la etapa de exploración.
«Las exploraciones autorizadas recientemente son en aguas ultraprofundas (entre 1.700 y 3.800 metros de profundidad), en cambio las exploraciones y explotaciones que se vienen realizando en Argentina son en aguas someras, es decir, de poca profundidad, a menos de cien metros. Aún así, los pescadores denunciaron ‘desaparición’ de los stocks de merluza en el mar por más de un año, por eso se oponen a esas prácticas exploratorias», expresó a Télam la ecóloga e investigadora Irene Wais, una de las firmantes de esta segunda carta.
Y continuó: «La costa de la provincia de Buenos Aires tiene mucha fauna de aves y mamíferos marinos. Los pingüinos y los cetáceos (ballenas, delfines, toninas, orcas) y pinnípedos (lobos marinos) son particularmente sensibles a las fuertes vibraciones que producirían los impactos de aire comprimido que se expulsan para hacer la exploración. No basta con ‘no verlos’ en el área, porque son sensibles a las vibraciones que se trasladan por el agua salada a varios cientos de kilómetros y a profundidad».
«En el mejor de los casos los animales se desorientan y luego varan por repercusiones neuroendocrinas y en el peor de los casos, mueren. De la flora aún se desconocen los aspectos del impacto ambiental, pero se sabe que en la Patagonia los ‘bosques’ submarinos de Laminariales, algas marrones que se emplean comercialmente para varios usos, sufrieron un deterioro a posteriori de exploraciones», describió Wais.
La especialista explicó que «hay que comprender que esto no sólo afecta a esa flora y esa fauna, es decir no se trata de proteger una especie, sino que la naturaleza es un entramado y cuando se rompe el equilibrio en cadenas alimentarias se genera ‘un efecto dominó’ cuyas consecuencias son imprevisibles».
Wais sostuvo que los nuevos proyectos para la producción de energía deberían focalizarse hacia «fuentes renovables, no sólo las más usadas, la eólica y la solar, todo el oeste de la Argentina en los Andes es parte del denominado «Arco de fuego del Pacífico» en el cual la energía geotérmica es súper abundante».
«Una provincia como Neuquén podría tranquilamente tener energía barata proveniente de la geotermia. También están la mareomotriz, que aprovecha los movimientos verticales del mar entre pleamar y bajamar, y la undimotriz, que transforma el movimiento horizontal de las olas, su energía cinética, en energía eléctrica. Es sorprendente la cantidad de energía que se podría conseguir por estas fuentes renovables combinadas para ser usadas en proyectos locales o inyectadas al Sistema Interconectado Nacional de Electricidad ahora posible con la Ley de Generación Distribuida», concluyó.
FUENTE: TELAM POR NATALIA CONCINA