El efectivo de Gendarmería Nacional fue muerto de 7 balazos en Morón, Buenos Aires, para robarle el auto, que luego fue abandonado e incendiado.
La Policía de la Provincia se mantenía alerta ayer ante la posibilidad del ingreso a tierras santiagueñas de tres de los cuatro delincuentes que asesinaron el jueves último al comandante mayor de Gendarmería Nacional, Guillermo López. La fuerza de seguridad difundió entre sus efectivos, especialmente de los puestos de control camineros de los límites interprovinciales, información de los sospechosos, quienes tienen entre 18 y 28 años.
López, quien se encontraba vestido de civil al momento del crimen, fue muerto de 7 disparos en Morón, provincia de Buenos Aires, y le robaron el auto, que luego apareció abandonado e incendiado. El gendarme había alcanzado a sacar de entre sus ropas una pistola, pero no le dieron tiempo a disparar.
El comandante mayor López se incorporó a Gendarmería en 1990. Llevaba 34 años y 8 meses como integrante efectivo de la fuerza de seguridad nacional. Estaba a punto de retirarse. A lo largo de su carrera profesional estuvo designado en 16 destinos.
Casado y con un hijo, trabajó en diferentes destacamentos de la provincia de Buenos Aires, entre ellos en Zárate; en La Quiaca, Jujuy; y en Puerto Iguazú, Misiones. También fue enlace oficial en la Embajada de Colombia.
En la actualidad, la víctima se desempeñaba en la División Logística de la Guarnición Centinela del barrio de Retiro.