Le dijeron que había sufrido lesiones leves y la convencieron para que transfiriera dinero para pagar el remolque y la cobertura de seguros.
Una mujer de 61 años, quien es oriunda de la provincia de Córdoba y tiene domicilio actual en la ciudad Capital de Santiago del Estero, sufrió una de las estafas telefónicas que eran comunes hace tiempo. Alrededor de las dos de la tarde de anteayer se encontraba en un departamento de un edificio de la avenida Belgrano, entre Lavalle y Viamonte, del barrio Ramón Carrillo, cuando recibió un primer llamado telefónico en el que le informaron que su hijo había sufrido un accidente de tránsito. A partir de ese momento y por varias horas, se sucedieron otras comunicaciones breves, ocasión en la que le iban informando detalles del siniestro y el estado de salud de su descendiente. Finalmente, le informaron que su hijo presentaba lesiones leves y que el vehículo en el que se movilizaba había resultado con serios daños materiales. A través de los reiterados llamados a su teléfono celular, el sujeto que le brindaba información del accidente y sus consecuencias, la convenció para que transfiriera a una cuenta bancaria una abultada suma de dinero para pagar el remolque del rodado que había quedado en la ruta. Posteriormente, le solicitó que transfiriera más dinero para una cobertura de la póliza de seguros. La última llamada la recibió a las seis de ayer y hasta ese momento, la mujer ya había transferido medio millón de pesos.
Horas después, logró establecer comunicación con su hijo y determinó que todo había sido un engaño para adueñarse de su dinero.
La estafa telefónica generó que la víctima se trasladara hasta la dependencia policial y realizó la denuncia penal. Las investigaciones están en manos del personal del Departamento de Delitos Económicos para determinar de dónde partieron las llamadas telefónicas y a dónde se transfirió el dinero.
Los investigadores sospechan que los estafadores utilizaron la desesperación de la mujer y la información que le fueron pasando en medio de la charla, sin que ella se diera cuenta por su estado emocional.