Juan 10, 1-10: IV Lunes de Pascua

Juan 10, 1-10: IV Lunes de Pascua

Jesús dijo:

«Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino, por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a cada una por su nombre y las hace salir. Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz».

Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.

Entonces Jesús prosiguió: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia.»

Palabra del Señor

Comentario

Empezamos otra semana en este lunes, de la mano de la Palabra de Dios. Esa palabra que quedó para siempre grabada en las Sagradas Escrituras y que escuchamos todos los días en cada templo esparcido por el mundo, pero también individualmente, en miles de corazones, como el tuyo y el mío. No es lo mismo empezar el día escuchando a Jesús. No es lo mismo, convéncete, no te engañes pensando que hay otra manera de empezar el día; es lo mejor que podemos hacer juntos, es lo mejor que podés hacer. Somos miles de miles en este mismísimo momento, somos cientos de miles que cada día intentamos enamorarnos más de él. No todo está perdido, no todo es como muchos dicen. Jesús es el verdadero Pastor de nuestras almas, de nuestro corazón, y aquí está, una vez más, hablándonos con amor, para que podamos amarlo de verdad.

La Palabra necesita ser interpretada para ser bien comprendida, porque podemos escuchar sin comprender, podemos leer sin interpretar, y así no llegar a profundizar y ser cristianos que no conocemos realmente a Cristo. Escuchar cada día lo que Dios Padre nos dice por medio del Evangelio, tratar de interpretarlo y llevarlo a la práctica en nuestra vida; o bien, darnos cuenta de que eso ya lo vivimos de alguna manera es el mejor camino que podemos seguir. Eso es ser ovejas, ser ovejas que escuchen a su Pastor que con sus silbos amorosos nos habla al corazón.

Jesús es el verdadero Pastor y nosotros somos sus ovejas. Imágenes que nos quieren ayudar a comprender un poco más la actitud de un Dios Padre que nos cuida como a sus ovejitas más amadas. Jesús se nos muestra como el verdadero Pastor; o sea el guía, el conductor, el protector, el que conoce, ama y cuida a todas sus ovejas, y a cada una en particular, esas ovejas que el Padre le encomendó. Y eso quiere decir que siempre hubo, hay y habrá también, aunque cueste decirlo, falsos pastores, «supuestos» guías y protectores, cuidadores; pero que, en el fondo, en realidad, nunca serían capaces de dar la vida por sus ovejas, como lo hizo Jesús y como lo hace. Solo hay un verdadero pastor de toda la humanidad, solo es Jesús el que nos da la vida al dar su Vida por nosotros. La vida se comunica, se transmite. La vida de Dios es la que nos da vida. Vos y yo estamos vivos, tenemos el corazón latiendo de amor gracias al amor de Dios que cada día nos da su amor.

Sin embargo, en tu vida, y en la mía también, hay muchos que nos proponen y nos prometen «vida» y cómo vivir mejor; hay muchos que nos prometieron solucionarnos la vida, valga la redundancia, vendiéndonos falsas ilusiones; hay muchos que se creen capaces de mejorar la vida de los otros, que se creen los «mesías» de los demás. Pero Jesús en Algo del Evangelio de hoy es muy claro: «La puerta soy yo. Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento». Él no solo es el Pastor, el que cuida, el que guía, el que escucha, el que ama, el que conoce; sino que, además, es la puerta por la cual se entra al verdadero corral, para estar con el verdadero rebaño. Solo a través de Jesús nos podemos salvar, solo por medio de él encontraremos la paz, la plenitud que anhelamos, solo a través de él podremos encontrar la verdadera comunión con Dios Padre; porque Él es el Hijo que vino a mostrarnos cómo es realmente su Padre.

¿Qué es entonces ser salvados? Salvarse, desde ahora –en esta vida– es vivir una relación de comunión, de amor, con un Dios que nos quiere alimentar con su propio amor. Salvarse, en definitiva, es amar, es salir del «yoísmo», del egoísmo, y es amar con el corazón. Y a amar se aprende, conociendo el verdadero amor de Dios, que se nos reveló en Jesús, que es la puerta y, al mismo tiempo, el Pastor, que nos conduce hacia el Padre.

Todos los hombres se salvarán por él, aunque no lleguen a conocerlo explícitamente, porque él es el que abrió la puerta del corazón de Dios para todos los hombres, para que todos los hombres se salven y nadie se pierda.

Hay que dejarse guiar por Jesús, hay que dejarse alimentar por él; porque él vino a darnos vida, y vida en abundancia, vida de la buena, vida que quita el hambre y la sed de tanto vacío en nuestro interior. Mientras tanto, nosotros como ovejas, vamos aprendiendo a escuchar su voz y a comer de los buenos pastos, a no meternos en «cualquier» corral –tené cuidado–, a no creerle a cualquier «pastor» que se cree pastor.

Pidamos para todos, esa gracia en este día y en este comienzo de semana, pidamos la alegría de sonreír de corazón, pidamos paz para no rechazar a nadie, para jamás ofender a nadie, para hacer sentir a todos que son amados por él.

Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

Fuente: Algo del Evangelio

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