En 2010, había encontrado a su hijo.
Abuelas de Plaza de Mayo informó el fallecimiento de Abel Pedro Madariaga, secretario de la institución. «Abrazamos a sus familiares, amigos y compañeros. ¡Hasta la victoria siempre, querido Abel!», lo despidió el organismo de Derechos Humanos. En 2010, Madariaga encontró a su hijo, Francisco Madariaga Quintela.
Madariaga nació el 7 de febrero de 1951 en la ciudad de Paraná, provincia de Entre Ríos. Cursó la carrera de Agronomía en la UBA hasta que fue expulsado por la intervención de la última dictadura cívico-militar en esa casa de estudios. Allí habían comenzado su militancia política en la Juventud Peronista.
El 17 de enero de 1977, Silvia Mónica Quintela Dallasta, pareja de Madariaga, fue secuestrada por la dictadura cuando cursaba el cuarto mes de embarazo. Abel tuvo que exiliarse primero en Uruguay y después en Brasil, hasta que la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) le otorgó asilo en Suecia. Finalmente, se instaló en México.
Durante su exilio pudo reecontrarse con el sobreviviente Cacho Scarpatti, a quien ya conocía de la JP y Montoneros, supo que Silvia había dado a luz a un varón, por cesárea, en Campo de Mayo.
La búsqueda de ese niño fue encarada por la madre de Abel, Sara Elena de Madariaga, y su suegra, Ernestina “Tina” Dallasta de Quintela. Recién con la recuperación de la democracia, Madariaga pudo volver al país y unirse a la búsqueda junto a Abuelas.
«Fue el creador del área de Difusión y Prensa de Abuelas. Teatro por la Identidad, por ejemplo, fue una idea suya, inspirada en los grupos de teatro comunitario y militante de los años 60 y 70, los recitales de Música por la Identidad, al igual que las campañas publicitarias masivas para encontrar a los nietos, la edición de publicaciones, libros y videos institucionales, y muchas otras», recordó Abuelas en el comunicado de prensa que informó su fallecimiento.
El 17 de febrero de 2010, Abel pudo reecontrarse con su hijo Francisco Madariaga Quintela. “Viví 32 años y medio con un agujero en el alma. Es algo difícil de transmitir tener un hijo apropiado. Es un desaparecido con vida. Apenas lo vi a Francisco noté el parecido físico, las manos, y el abrazo que nos dimos me sanó el alma», dijo en su testimonio en el primer megajuicio por los delitos de lesa humanidad cometidos en Campo de Mayo.
Francisco, que murió en 2020 por problemas de salud producto de una diabetes que arrastraba desde hace tiempo, es uno de los pocos nietos recuperados que puedo abrazarse con uno de sus padres.
Desde Abuelas recordaron que otros nietos le decían «Tío Abel», por «el amor que les prodigaba y por la forma en que los contenía». «También lo recordaremos, con cariño, por su mal humor y sus puteadas. Fue, asimismo, el primer hombre en integrar la Comisión Directiva de Abuelas. ‘Se nos hizo indispensable’, dijo Estela de Carlotto alguna vez».